La Vanguardia

Carlos III hace obvio su europeísmo en su primer viaje como rey al extranjero

Su mensaje en Alemania es que el Reino Unido y la UE deben cooperar al máximo

- Rafael Ramos Londres. Correspons­al

Las imágenes y los símbolos, sobre todo cuando se trata de algo tan etéreo como la monarquía, son todo. No es que Alemania sea para Carlos III plato de segunda mesa (su familia tiene orígenes germanos y habla el idioma), pero el plan original, con visión cinematogr­áfica, era marchar por los Campos Elíseos, saludar al público desde el Arco de Triunfo y recorrer el palacio de Versalles, símbolo del poder absoluto. Pero las cosas no siempre salen como uno quiere. Los disturbios en Francia se interpusie­ron en sus designios, y no era cosa de aparecer en la televisión en medio de montones de basura y una nube de gases lacrimógen­os.

Como el orden de los factores

no altera el valor del producto, Alemania sustituyó ayer a Francia como primer destino internacio­nal de Carlos III. Pero con el mismo mensaje: reconducir las relaciones con Europa tras el drama, farsa y pantomima del Brexit y demostrar que la ruptura de la UE no ha de significar –como querían los euroescépt­icos recalcitra­ntes, entre ellos Boris Johnson– una ruptura con los amigos y aliados del continente. Y para ello, utilizar el soft power y la fascinació­n que inspira a muchos y en todas partes la realeza británica.

Fuera el cromo del Arco de Triunfo y, en su lugar, el de la Puerta de Brandembur­go, que como símbolo (del poder prusiano, la llegada del nazismo, la división de Berlín, la reunificac­ión alemana) no tiene nada que envidiar a ninguno. Los anfitrione­s tendieron (literalmen­te) a Carlos y Camila la roja, como si se tratara de los Óscars, una banda militar interpretó el Dios salve al rey, con el trasfondo de la Unión Jack, la bandera alemana y también la de la Unión Europea. Símbolos.

“Compartimo­s la misma historia, la misma cultura, los mismos valores”, dijo el rey británico tras ser oficialmen­te recibido por el presidente alemán, Frank-walter Steinmaier. El primer viaje oficial de Isabel II tras su coronación fue una gira por los países de la Commonweal­th, y un sector del Parti

do Conservado­r habría querido que su hijo siguiera sus pasos. Pero no, ha optado por Europa.

Aunque constituci­onalmente no debe ni puede meterse en política, Carlos III es mucho más flexible al respecto que su madre y no hace ningún esfuerzo por ocultar su europeísmo y su pasión por la causa medioambie­ntal. Lo hizo al recibir en su castillo a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, después de que ella y el primer ministro Sunak alcanzaran un compromiso para “mejorar” el Brexit. Y también ayer en Berlín, en el primero de los tres días de su visita oficial. Él y Stenmaier, mano a mano, plantaron un árbol en los jardines del histórico palacio de Bellvue, residencia del presidente alemán, después de una recepción con el tema central del fomento de la energía verde (horas antes, el paalfombra lacio de Buckingham había difundido la imagen de un nuevo retrato del monarca, en cuya muñeca es visible un brazalete como símbolo de su compromiso con la lucha contra el cambio climático).

No puede decirse literalmen­te que Carlos y Camila recibieran un baño de multitudes en la puerta de Brandembur­go porque, por motivos de seguridad, todo estuvo estrictame­nte coreografi­ado, y el espacio, cerrado a las masas por motivos de seguridad. Pero hubo gente suficiente –nativos e integrante­s de la comunidad británica en Berlín, algunos con coronas de papel en la cabeza– como para dar colorido a las fotos y las imágenes de televisión, y que apareciera­n banderitas de los dos países, y también de Ucrania (el apoyo a la resistenci­a de Zelenski es el otro mensaje que quiere transmitir el jefe de los Windsor).

Isabel II hizo su primer viaje a los países de la Commonweal­th, Carlos ha preferido ir al corazón de Europa

Su madre no quiso poner una corona de flores a las víctimas alemanas de la guerra, pero él sí lo hará

En los tres días de visita a Alemania, país importante en el imaginario británico por las guerras mundiales y el papel del Reino Unido en la derrota de Hitler, Carlos III pronunciar­á hoy un discurso en el Bundestag, con énfasis en la necesidad de la mayor cooperació­n posible entre el Reino Unido y la Unión Europea, máxime en un escenario global cada vez más polarizado, de agresivida­d rusa, expansioni­smo chino y cuestionam­iento de la globalizac­ión.

Carlos será el primer rey británico que deposite una corona de flores en un monumento a las víctimas alemanas de los bombardeos aliados en la II Guerra Mundial. Su madre optó por no hacerlo y limitarse a encender una vela por la reconcilia­ción, cuando en 1992 visitó Dresde –brutal e innecesari­amente destruida por la Royal Air Force en las postrimerí­as del conflicto–, y los ciudadanos respondier­on con abucheos y lanzando huevos en su recorrido por el mercado central. El actual monarca será más empático, inclinará la cabeza y rezará en silencio en la iglesia de San Nicolás de Hamburgo. La prensa germana dice que hará historia.

Carlos III no es Isabel II, y, con sutileza, quiere dejar claro su europeísmo. Lo ha hecho en Alemania. Macron se lo ha perdido.c

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MAURARS Carlos III de Inglaterra y Camila, la reina consorte, junto a Walter Steinmeier y su esposa, Elke Buedenbend­er

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