La Vanguardia

Biden recrimina a Netanyahu que “Israel no puede seguir por ese camino”

La reforma judicial erosiona las relaciones entre los dos aliados estratégic­os

- Ofer Laszewicki RUBIN Bar eloln Xaalovoi aeravoar

El apoyo bipartidis­ta de Estados Unidos ha sido un pilar fundamenta­l para la existencia y la superviven­cia de Israel, pero al presidente Joe Biden se le está agotando la paciencia. Las tensiones entre la Casa Blanca y la coalición ultranacio­nalista liderada por Beniamin Netanyahu afloraron poco después de su toma de posesión, con insinuacio­nes de que Washington evitaría reuniones formales con los ministros extremista­s judíos. Ayer, Biden fue un paso más allá y exigió a Netanyahu que retire la reforma del sistema judicial porque “Israel no puede seguir por este camino”.

“Como tantos simpatizan­tes de Israel, estoy muy preocupado”, dijo el presidente norteameri­cano, en unas declaracio­nes que evidenciar­on las crecientes tensiones entre los dos aliados estratégic­os. “Esperemos que el primer ministro actúe para lograr una solución genuina”, agregó Biden, que además dejó claro que no le invitará a la Casa Blanca en un futuro próximo. El lunes, el embajador de EE.UU. en Israel, Tom Nides,

insinuó que el parón temporal que anunció Netanyahu de la controvert­ida reforma judicial podría propiciar una inminente invitación para visitar Washington, pendiente desde que retomara el poder a finales del 2022.

Pese a que oficialmen­te la Administra­ción Biden no intervino públicamen­te para frenar las leyes que están lastrando la separación de poderes en Israel, la diplomacia estadounid­ense presionó entre bambalinas a su aliado advirtiénd­ole que su reputación como “la única democracia en Oriente Medio” está en serio peligro. En los días previos al parón anunciado por Netanyahu, alegando que dará tiempo a la negociació­n para buscar acuerdos más amplios y evitar un conflicto civil, Biden aclaró a su homólogo por teléfono que los valores democrátic­os “siempre fueron, y deben continuar siendo, un pilar de las relaciones entre EE.UU. e Israel”.

Funcionari­os de la Casa Blanca sacaron dos conclusion­es sobre la estrategia de Netanyahu. Primero, que falló en sus cálculos sobre las consecuenc­ias tras el cese inesperado del ministro de Defensa, Yoav Gallant, fulminado por exigir detener la reforma jurídica ante los evidentes riesgos que afronta la seguridad nacional. Segundo, trató de contener la ira de sus aliados ultraderec­histas avisando de que pronto podría desatarse una crisis militar con Irán –que estaría cerca de obtener armamento nuclear– y que en ese escenario sería imprescind­ible el respaldo militar y diplomátic­o estadounid­ense. Netanyahu logró contener a sus aliados radicales, que incluso amenazaron con implosiona­r la coalición en caso de frenar el plan para neutraliza­r a las autoridade­s del Tribunal Supremo.

En Jerusalén no gustaron las advertenci­as públicas. Si bien Netanyahu recordó que “conozco al presidente Biden desde hace más de 40 años y aprecio su compromiso con Israel”, insistió en que su Ejecutivo está comprometi­do con “el refuerzo de la democracia mediante el restableci­miento del equilibrio adecuado entre las tres ramas de gobierno, que alcanzarem­os mediante consenso”. El líder del Likud rechazó continuos llamamient­os al diálogo, y pese al supuesto parón anunciado, la coalición siguió debatiendo la proposició­n de ley para que el Gobierno pueda controlar el proceso de selección de jueces. Netanyahu subió el tono y recordó que “Israel es un Estado soberano, que toma sus decisiones según la voluntad de sus ciudadanos y no acorde a presiones extranjera­s, incluyendo las de sus mejores amigos”.

Según miembros de la Administra­ción Biden, el balón está ahora en el tejado de Netanyahu, y sus próximas decisiones marcarán si la crisis abierta con Washington se seguirá agravando. Para el opositor centrista Benny Gantz, las palabras del presidente estadounid­ense constituye­n una “llamada de atención urgente. Dañar las relaciones con EE.UU., nuestro aliado más importante, supone un daño estratégic­o”. En tono trumpista, el Likud acusó a Biden de ser “víctima de las fake news diseminada­s contra nuestra justificad­a reforma legal”.

Biden representa al ala moderada del partido demócrata y lleva 50 años promoviend­o legislacio­nes proisraelí­es. Una mayor tensión con Israel podría empoderar a las voces propalesti­nas que ganan peso en su formación y que incluso exigen detener las millonaria­s donaciones militares anuales que aporta EE.UU. al Estado judío. Biden apuró opciones para evitar una confrontac­ión mediática con Netanyahu, pero consideró que el riesgo evidente que corre la democracia israelí es su línea roja. Con los antecesore­s demócratas Clinton y Obama, Netanyahu también mantuvo tensas relaciones al considerar que intervinie­ron en las elecciones de Israel.c

El presidente de EE.UU. deja claro que no invitará a Netanyahu a Washington en un futuro próximo

El Likud acusa a Biden de ser “víctima de las ‘fake news’ diseminada­s contra nuestra reforma legal”

 ?? C/chc OVULUC / Ceuters ?? Beniamin Netanyahu, en el Parlamento israelí poco antes de aplazar la reforma judicial, el pasado lunes
C/chc OVULUC / Ceuters Beniamin Netanyahu, en el Parlamento israelí poco antes de aplazar la reforma judicial, el pasado lunes

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