La Vanguardia

Fraude fiscal récord en Catalunya

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Más de mil millones de euros ha aflorado la Generalita­t por fraude fiscal durante los últimos cuatro años en el pago de los impuestos que tiene transferid­os. En concreto, son 1.055 millones de euros entre el 2019 y el 2022, un 42,5% más que en el periodo 2015-2018. La mayor parte de las irregulari­dades se han detectado en los impuestos sobre sucesiones y donaciones (39,4%), patrimonio (31,2%) y transmisio­nes patrimonia­les y actos jurídicos documentad­os (27,4%).

La persecució­n del fraude fiscal que hace la Agència Tributària de Catalunya beneficia al conjunto de la sociedad, porque contribuye a garantizar a la Generalita­t los ingresos necesarios para financiar su funcionami­ento y el de los servicios públicos que gestiona. En este sentido, hay que aplaudir y apoyar los esfuerzos de los servicios de inspección. Hay que tener en cuenta que los 1.055 millones, que suponen un récord histórico, equivalen al presupuest­o anual de Catalunya para universida­des o al de las dotaciones para los hospitales públicos y más del doble del presupuest­o para cultura.

El hecho de que Catalunya sea la comunidad que tiene los impuestos más altos sobre sucesiones y sobre patrimonio no justifica, bajo ningún concepto, que haya contribuye­ntes que intenten eludir el pago de esos tributos con el traslado ficticio de su domicilio fiscal, ya sea a otras autonomías o al extranjero. Lo que hay que hacer cuando una norma se considera injusta o abusiva, como puede ser el caso de los impuestos citados, es intentar modificarl­a a través de iniciativa­s parlamenta­rias.

La Agència ha detectado que los cambios de domicilio fiscal fraudulent­os hacia otras autonomías para no pagar el impuesto de patrimonio se han empezado a reducir. Han pasado de 45 casos en el 2021 a 24 en el 2022, aunque el importe defraudado ha sido mayor: pasó de 29 millones de euros a 49,5. El descenso en los intentos ilegales de deslocaliz­ar el domicilio fiscal se da ante la implantaci­ón este año por el Gobierno central del impuesto sobre las grandes fortunas en todo el territorio español y que tiende a equiparar la tributació­n de los grandes patrimonio­s en todo el Estado. Ello desincenti­va la tentación del traslado a otras autonomías, como la madrileña, para pagar menos. La diferencia entre autonomías, en cambio, se mantiene en el impuesto de sucesiones.

La agencia catalana no ve una afectación significat­iva en Catalunya del dumping fiscal que hace la comunidad madrileña; ha comprobado que el número de grandes contribuye­ntes en Catalunya no se ha reducido, sino que ha aumentado. Pero que se hayan detectado 69 intentos fraudulent­os de deslocaliz­ación en dos años refleja una tendencia que pone en valor la necesidad de que Catalunya disponga de un sistema fiscal competitiv­o, tanto a escala nacional como internacio­nal, para la atracción de capitales y de inversione­s. Renunciar a ello es regalar dinero y progreso a los demás.

La Agència Tributària catalana persigue la deslocaliz­ación de los grandes patrimonio­s

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