La Vanguardia

Ana Obregón no ha sido madre

- Susana Quadrado

En España no le era posible porque no es legal, así que Ana Obregón se fue a Miami a comprar una niña. Podía pagársela, como un bolso caro, y se la ha llevado puesta, previa llamada a la revista ¡Hola! Tiene criatura nueva pero no ha sido madre.

Sin opciones por su edad (68 años) de acudir aquí a la adopción o a la reproducci­ón asistida, ha contratado a otra mujer, una desconocid­a, a miles de kilómetros para que le dé un bebé a la carta; un vientre de alquiler; una gestación subrogada –según el eufemismo que prefieren quienes la usan–; una incubadora humana a cambio de dinero o cierta voluntad de ayudar a la otra, en el mejor y menos creíble de los casos.

Nada hay más terrible que perder a un hijo. Obregón se quedó sin Álex, el niño de sus ojos, en uno de los peores golpes que da la vida. Su dolor es comprensib­le, no cómo lo ha gestionado: pierdo un hijo, pues me compro otro. La sola idea repugna también a quienes la han adorado por ser una señora que siempre ha hecho lo que le ha dado la gana, diga lo que diga el gallinero. Esta vez, Obregón ha echado leña a su pira quemando la leyenda.

No todo vale para tener un hijo. Ser madre (o padre) puede ser un anhelo, un deseo, pero nunca un derecho inalienabl­e. En otras palabras, no debe considerar­se un derecho todo aquello que se puede comprar en un mercado. El debate de la gestación subrogada se despacha rápido: se trafica con personas y con lotes de bebés. Sí existe una frontera ética, esta. Y no, no vale argumentar que si las mujeres son dueñas de su cuerpo, también lo son de alquilar su capacidad reproducto­ra. No sé dónde está la libertad si pares una criatura esclavizad­a por la necesidad.

Incluso por delante de todos estos motivos para estar en contra, otra razón, crucial, es la edad. Echen ustedes sus cálculos y luego piensen cuánto hay de razonable en querer ser madre a los 68, cuánto de egoísmo y cuánto de desprotecc­ión a la menor. A los 16 de la niña, Obregón tendrá 84. Ni siquiera la acreditada querencia de Anita la Fantástica a adornar y aumentar una realidad, la suya, conseguirá cambiar el hecho de que la maternidad tiene un límite en el calendario.

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