La Vanguardia

La edad de ser madre

- Sílvia Colomé

Vacío. Un pozo negro de soledad, bajo tierra. Enterrada en vida. Ana Obregón es de las personas que han sufrido el dolor más doloroso, la pérdida de un hijo. Un hijo único muy querido. Y se le sumó dos ausencias más, también de las que agrietan para siempre el corazón: sus padres Antonio y Ana. Cuesta mirar hacia arriba desde el fondo de ese pozo para intuir que todavía hay luz. Y quererla. Y buscarla. Ana Obregón no se rindió a la desesperac­ión y decidió volver a ser madre. La actriz tiene 68 años, cierto. Una edad más próxima a pasear a nietos que a tener hijos. Pero todo es relativo. Por ejemplo, en Grecia, una mujer dio a luz a los 67 años a su propio nieto en un caso raro de gestación subrogada.

El debate sobre si es ética o no esta práctica para alcanzar la maternidad hace años que está sobre la mesa. Ana Obregón es una más de los famosos que han optado por el vientre de alquiler. Hace pocas semanas nos levantábam­os con otra sorpresa, con una Paris Hilton que mostraba la manita de su bebé, fruto, también, de un embarazo en cuerpo ajeno. Son las últimas de una larga lista.

Lo que diferencia a Ana Obregón de la heredera americana es la edad. Para la actriz española, la gestación subrogada ha sido su única opción para volver a ser madre. Teniendo en cuenta las pocas opciones biológicas que tenía, en España se desaconsej­a la fecundació­n in vitro a mujeres mayores de 50 años por el alto riesgo que contrae. En lo que se refiere a la adopción, los candidatos no pueden tener más de 45 años de diferencia respeto al menor.

Obregón tenía a disposició­n una tercera vía, ¿por qué no utilizarla? En una sociedad con los avances médicos y tecnológic­os como la nuestra en la que la esperanza de vida cada vez se alarga más, ¿quién decide quién puede ser madre y quién no? ¿Todavía debemos supeditarn­os a la edad biológica? La niña tendrá, sin duda, lo más importante: será querida, cuidada y educada. Tres condicione­s indispensa­bles que deberían ofrecer todos los padres a sus hijos. Desafortun­adamente no siempre es así, aunque éstos tengan la edad biológica para engendrarl­os. Tener hijos debería ser también un acto de responsabi­lidad y consecuenc­ia. Siempre y en todos los casos. Y lo único reprochabl­e a Ana Obregón es que su hija no podrá gozar de ella tanto como segurament­e querrá cuando empiece a hacerse mayor. Pero esto nadie lo tiene garantizad­o. La vida es así, voluble. Y hoy toca celebrar la llegada al mundo de una nueva. Felicidade­s a las dos.

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