Venecia de ángeles, diablos y leyendas
Un recorrido con Eva García Sáenz de Urturi por los escenarios de su nuevo thriller, sobre la falsificación de obras de arte
Que Venecia tiene un pacto con el diablo es algo que conocen todos los locales. No lo proclaman a los cuatro vientos, pero lo tienen muy presente cada vez que cruzan el famoso puente de Rialto, uno de los mayores emblemas de la ciudad. “Cuenta la leyenda que el maligno se le apareció a su arquitecto, Antonio da Ponte, para advertirle de que solo podría terminarlo si, a cambio, le entregaba el alma del primer ser vivo que lo cruzara. Ingenioso, el constructor compró un gallo para soltarlo el día de la inauguración con tan mala suerte que el truco llegó a oídos del diablo, y a partir de aquí todo son desgracias”, relata desde ese mismo puente Eva García Sáenz de Urturi (Vitoria, 1972), que rescata esta y otras historias venecianas, y ficciona unas pocas
más, en El ángel de la ciudad, recién llegada a las librerías de la mano de Planeta y, a principios de abril, disponible también en catalán con Columna.
La autora lamenta que las leyendas se pierdan en el olvido ante el cada vez más evidente éxodo de venecianos. En el sestiere de San Marco, la farmacia Morelli se encarga a diario de recordar esta
fatalidad. Allí, además de medicamentos, se anuncia en una pequeña pantalla cuántos venecianos viven actualmente en la ciudad. A día de hoy, un total de 49.626. Una cifra abrumadora si se tiene en cuenta que justo después de la Segunda Guerra Mundial llegaron a residir cerca de 175.000. Con este propósito de preservar las narraciones populares y expandirlas
más allá de sus fronteras, la ganadora del premio Planeta 2020 vuelve a situar al exinspector Unai López de Ayala, alias Kraken, como protagonista en la ciudad madre del carnaval europeo y de personajes como el viajero Marco Polo o el seductor Casanova. El protagonista decide echar una mano a la policía ante la sospecha de que su propia madre, Ítaca, podría estar implicada en un extraño caso después de que unpalazzo arda durante un encuentro de la Liga de Libreros Anticuarios. Paralelamente, en Vitoria, Estíbaliz investiga un caso que puede tener las claves del atraco que acabó con la vida de su padre.
“El pasado y el presente están obligados a verse las caras”, adelanta la autora, que asegura que lo que tenía claro es que iba a escribir “un thriller que tendría que ver con la falsificación de obras de arte”. Lo acabó de decidir cuando encontró el lugar ideal para ubicar el domicilio de Ítaca en la ciudad italiana: una casita junto al puente de la Academia, desde el que se ve el Guggenheim, donde permanece El ángel de la ciudad, la escultura de Marino Marini que da nombre al libro. “Está en el jardín y se ve desde el Gran Canal. Es un jinete a lomos de su caballo enseñando su miembro viril, que ahora está pegado, pero en su día se podía desenroscar y hacer más grande. Las monjas que lo veían mientras navegaban quedaban escandalizadas”. El museo es otro de los escenarios clave del libro, pues allí la escritora junta El Ángelus, de Millet, con las diferentes versiones que Salvador Dalí hizo de este cuadro.
Otro lugar que la escritora no quería dejar de describir en sus páginas es la librería Acqua Alta, considerada una de las más bonitas del mundo y donde los libros reposan en góndolas. Una solución que tomó el librero Luigi Frizzo, también presente en la novela con otro nombre, después de que parte de su género se mojara con la subida del agua. “Dejó algunos libros en el patio y, con el tiempo, se endurecieron, lo que le permitió crear unas originales escaleras, uno de sus principales reclamos a día de hoy. De todo lo malo, los venecianos siempre sacan algo bueno”, concluye.
“El arquitecto del puente de Rialto llegó a un pacto con el diablo, pero le traicionó y empezaron las desgracias”