La Vanguardia

Clara & Laura

- Joan Esculies

Las novedades respecto a Clara Ponsatí y Laura Borràs permiten comprender hasta qué punto el ritmo que marca el flanco más extremo y teatral del independen­tismo atenaza al pragmático y estanca el conjunto del movimiento. El miércoles la primera criticó al Consejo de Europa, la Comisión Europea, la presidenci­a del Parlamento Europeo y la Unión Europea. Traducido: en un lustro estos organismos han dejado de ser vistos como una oportunida­d para la carpeta a catalana a formar parte del problema. Hay dinámicas europeas, globales, que Catalunya, ni aun siendo un estado, podría cambiar. Nuestro diminuto país puede contribuir a un mundo más feliz manteniend­o su patio ordenado, pero no puede luchar contra los elementos. Perderá siempre.

Cada nueva resolución judicial europea es una gama de grises –difícil de desentraña­r incluso para expertos jurídicos– que únicamente afianza posiciones predetermi­nadas y en nada contribuye a que el país aumente su techo de autogobier­no. Al contrario, la fuerza que concentrad­a pudiera servir para algún avance se diluye cuando la batalla que se da deviene genérica: “por la justicia”, “por la democracia”, “contra el sistema”. Todo propósito que no entienda las reglas planteadas por los estados que pueden plantearla­s está condenado al fracaso.

Por otra parte, el uso de la detención, de los juicios, las críticas a la Generalita­t, a los Mossos, a los tribunales de Ponsatí o Borràs son tan solo material para el consumo interno de la colla indepe. Nada más. Sin embargo, es suficiente para generar en el seno del independen­tismo una necesidad constante de autoafirma­ción. Su sobredimen­sionamient­o mediático dificulta a la vez que las políticas que desarrolla el Gobierno de Catalunya tengan suficiente eco para ser conocidas (comentadas y criticadas) y dificulta el establecim­iento de pactos habituales fuera del independen­tismo estricto que pudiesen dar transversa­lidad al movimiento.

Todo ello conlleva que el resto de la ciudadanía que el separatism­o quiere atraer permanezca ajeno a los dimes y diretes entre JUNTS-ERC-CUP. Simplement­e pasa. Para alguien que lucha contra la inflación para llegar a fin de mes o cuadrar los números para gozar de un poco de ocio el fin de semana, la situación judicial de las exconselle­res tiene menos importanci­a que un vídeo de Tiktok. Para hacer llegar su discurso a este público y sobreponer­se al ruido, el independen­tismo pragmático tiene que hacer un sobreesfue­rzo, a menudo inútil. El extremismo indepe librando una batalla a nivel global, que no puede ganar, y otra a nivel local, superflua, contribuye a consolidar, contra lo que predica, una Catalunya cada vez más autonomist­a.

Europa ha dejado de ser vista como una solución para el independen­tismo

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