Las Islas Baleares impulsan un nuevo modelo turístico sostenible desde la base
La nueva ley turística está diseñada bajo un nuevo enfoque más integrador y social que parte del bienestar de todos –turistas, sí, pero especialmente trabajadores y residentes–, para romper el paradigma del viejo turismo y asegurar su futuro
Algo falla si en el modelo de turismo circular –cuyo objetivo es ser pretendidamente más sostenible y mejor para todos– hay algo que no lo es o, peor, alguien que se queda fuera. En un sector que quiere liderar la circularidad bajo un modelo de calidad, solo puede haber espacio para una ley que proteja los derechos de las personas que, de una forma u otra, lo hacen posible. La máxima es clara: un turismo solo es verdaderamente sostenible si lo es también en lo social. Es decir, si establece medidas que protejan lo que una lógica lineal ha desprotegido durante décadas: su base. La nueva Ley para la Circularidad y la Sostenibilidad en el Turismo de las Illes Balears quiere ser el nuevo marco que no solo proteja, sino que suponga un impulso definitivo y un ejemplo para el resto.
Una de las medidas que ilustra el espíritu de esta ley es la sustitución de todas las camas por camas elevables, mecánica o eléctricamente, y que requerirá una inversión de 15 millones de euros destinada a subvencionar la compra de mecanismos de elevación. Todos aquellos establecimientos turísticos que tengan obligación de limpieza diaria (hoteles, hoteles de ciudad, apartoteles y hoteles rurales, así como el resto de establecimientos de alojamiento que voluntariamente hayan obtenido una clasificación de estrellas) tendrán que aplicar esta medida, aunque el Ejecutivo autonómico establece hasta seis años como periodo de tiempo con el que cuentan los establecimientos para adoptarla. De hecho, serán los establecimientos de categorías superiores, hoteles de cuatro y cinco estrellas, quienes tendrán que adaptarse más rápidamente.
Stop lesiones
En total, la medida estima que se renovarán más de 300.000 camas en todo el archipiélago, dando respuesta a una reivindicación histórica de las camareras de piso, un colectivo muy castigado por la siniestralidad laboral. Según un estudio del Instituto Balear de Seguridad y