La Vanguardia

POR LA ESCUADRA Calma, Bori

- Maria Fernández Vidal

Es imposible ser madre o padre y no empatizar estos días con Bori Fati. Tiene un hijo muy afortunado, que lo tiene casi todo, pero que sufre, hace un par de años que no acaba de ser feliz. Y no hay nada peor para un padre o una madre que ver a un hijo sufrir. Bori esta tan nervioso que últimament­e ha decidido acompañar cada día al trabajo a su hijo, aunque ya tiene veinte años. Le espera pacienteme­nte en el coche para volver a llevarlo hacia casa cuando acaba. Y mientras su hijo se entrena, Bori Fati ocupa el tiempo llamando periodista­s para romperlo todo o yendo a llorar a la dirección deportiva. Y es una lástima porque este tiempo ocioso lo podría invertir de una manera más productiva. Como por ejemplo, yendo a Matadepera a ver a Joaquim Hernández, el padre de Xavi.

Estoy segura que, a pesar de los despropósi­tos que Bori Fati ha lanzado sobre el entrenador del Barça esta semana, Joaquim Hernández le abriría las puertas de casa y le explicaría unas cuantas cosas en torno al fútbol y, sobre todo, de la vida. Podría explicarle, por ejemplo, cómo Xavi a la edad de Ansu vivía a caballo entre el primer equipo y el filial.

Y que, a pesar de salvarle la cabeza al entrenador que lo hizo debutar, Louis van Gaal, con un gol en Valladolid, el de Terrassa tuvo que ir a jugar con el Barça B a Ontinyent el día que el primer equipo celebraba la Liga en Vitoria. Y, por si Bori Fati no estaba al corriente, también podría

Bori está tan nervioso que últimament­e ha decidido acompañar cada día al trabajo a su hijo Ansu

decirle que, cobrando bastante menos de lo que cobra ahora Ansu, Xavi descartó propuestas que multiplica­ban por diez su sueldo porque era tozudo también y estaba decidido a intentar triunfar en el Barça, como Ansu.

Joaquim también podría aportarle la experienci­a de casa de los Hernández, donde también se sufrió mucho. Quizá un poco más y todo. Es de mal comparar, pero Ansu fue escogido el heredero de Messi, con el 10 incluido, mientras Xavi encontró la espalda de todos aquellos que hoy viven pendientes de la gloria del Manchester City. Un joven de Terrassa no podía hacer sombra a la figura de un mito blaugrana como Pep Guardiola. Pero, en casa de los Hernández, nadie levantó la voz. Joaquim lo podría ilustrar así: como dice el himno del Barça, Bori, “tots units fem força”. Y le recordaría que Xavi tuvo que esperar hasta los 25 años para recibir una ovación del Camp Nou. Esperó y tuvo paciencia. Y llegó a ser el centrocamp­ista más grande de la historia del Barça. Antes de escuchar los cantos de sirena de Jorge Mendes, Bori Fati tendría que escucharse a su hijo que, como Xavi, puede tener defectos, pero no tiene ni malicia ni rencor. Calma, Bori. Y paciencia. Y mañana, a partir de las 9 de la noche, pon el televisor y disfruta de la séptima titularida­d de Ansu en los últimos once partidos de Liga, en los cuales, por cierto, no ha marcado ningún gol. Ojalá, por el bien del Barça, el hijo esté más acertado que el padre.

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