La diversidad también se enseña en la universidad
Futuros directivos conversan con personas peculiares
No solo las carreras científicas y tecnológicas empiezan a abrirse a nuevos aprendizajes. También universidades y escuelas de negocio están explorando la manera de enseñar la complejidad de las organizaciones, en cuanto que participan individuos con singularidades diversas.
“Fomentar la diversidad, la equidad y la inclusión puede ser complicado”, empieza Laura Guillén, profesora del departamento de Dirección de Personas y organización de Esade. “Pero vale la pena porque se alcanza el máximo potencial en el equipo”. No obstante, ¿cómo se enseña esto dentro de un aula?
Esade es una de las instituciones que trabajan con Moving Stories, fundada hace dos años por la joven Dominique Steinebach. Propone algo sencillo: una conversación, de esas “verdaderas”, entre los estudiantes y una persona que ha vivido en primera persona la exclusión. No una víctima sino una experta. “Muchos pensamos que somos inclusivos, pero estas sesiones lo desmienten. Vemos que excluimos a la gente por su apariencia, identidad, discapacidad, por su forma de pensar o amar”, afirma Steinebach.
El pasado martes Esade celebró una sesión con 40 exalumnos (lo hace también en sus másters). Se dividieron en ocho grupos y trabajaron con el método del caso por el que se analiza una situación concreta. recibieron un breve perfil de una mujer con autismo, un transgénero, un hombre con tatuajes, un menor migrante, una chica con depresión crónica, una mujer que sufre violencia de género, un joven con cáncer y una enferma de esclerosis múltiple. Y preguntas pensadas especialmente para ejecutivos y empresarios. ¿Cómo crees que se sintió la administrativa, que se ocupa del mantenimiento y por tanto conoce a todos los empleados, cuando llegó cona mo mujer a su puesto de trabajo donde se le había conocido como hombre? ¿Debía haber anunciado por carta a todos su cambio de género? ¿Tendría que comunicar a la empresa una mujer que tiene depresiones, con bajas de unos tres días al trimestre, antes de ser contratada? ¿La contratarían? Después de un cáncer, un joven busca trabajo; ¿comunica su situación porque tiene citas en el hospital? ¿Cabe pedirle que trabaje como autónomo? ¿Debemos ignorar que una compañera es maltratada por su pareja? ¿Es responsabilidad del directivo crear espacios seguros? Después de 45 minutos de discusión, llega la persoque ha sufrido esa exclusión. Y empieza la conversación. resulta que la transgénero no estaba nerviosa cuando fue a trabajar, sino feliz, porque por primer vez expresaba públicamente su identidad. Que la mujer con depresión no fue nunca contratada, cuando algunos compañeros pasaron la gripe con baja de cinco días.
“Me ha impactado cómo asumimos muchas cosas sin preguntar”, expresa un exalumno al finalizar la sesión. “Yo pensaba que no era mi realidad y me he visto reflejada en el testimonio”, señala otra. “Yo me he dado cuenta de que esto no va de los otros, va de nosotros”. Entonces, ¿qué podemos hacer para llevar esto a nuestra organización?, pregunta Steinebach.
Hay 80 testimonios diferentes en Moving Stories. “Y crecen tras cada sesión”. Las sesiones con los más jóvenes son muy emocionales porque en pocos minutos se les cae la máscara de Instagram. Unos dicen que se siente solos porque no tienen amigos, otros están quemados, o no hablan con sus padres, o tienen miedo de perder a su pareja...