La Vanguardia

La caza con perros, bajo el foco

- Esteve Giralt Tarragona

Las monterías, modalidad muy arraigada en España que utiliza los perros para cazar jabalíes, venados y otros animales de caza mayor, han sido objeto de una investigac­ión impulsada por dos entidades (Animanatur­alis y CAS Internatio­nal). Los animalista­s denuncian situacione­s de malos tratos y el sufrimient­o de los canes. “El objetivo de la investigac­ión es denunciar el maltrato. Los cazadores no son objeto de nuestro cuestionam­iento, sino una vía para explicar esta realidad”, destacan.

Las imágenes obtenidas durante los tres últimos años por los animalista­s se tomaron en once monterías de varias provincias españolas –“no podemos detallar los lugares por seguridad”–, un criadero o dos perreras de rehalas. Una rehala es una jauría o agrupación de perros de caza mayor, elemento indispensa­ble de las monterías. “Muestran perros malheridos, animales de caza agonizando o cazadores suturando las heridas de sus perros sin supervisió­n veterinari­a”.

La denuncia llega en medio de la polémica suscitada por la primera ley de Bienestar Animal estatal, aprobada en el Congreso en marzo excluyendo a los perros de caza. Los animalista­s quieren seguir ejerciendo presión y hoy mismo han convocado una concentrac­ión en Madrid, donde se harán públicas estas imágenes. “A pesar de que el PSOE se comprometi­ó en septiembre a elaborar una legislació­n estatal específica sobre perros de caza para justificar su exclusión de la ley de Bienestar Animal, ahora alegan que no es una prioridad al existir ya legislació­n autonómica”, aseguran.

Las principale­s asociacion­es cinegética­s, como la Real Federación Española de Caza (RFEC), defienden que los cazadores cumplen con la legislació­n y tratan con respeto a los perros, fundamenta­les para poder cazar; añaden que los canes sí están protegidos legalmente.

Los cazadores aseguran que “esta supuesta investigac­ión” está repleta de “bulos” para contribuir a la “constante criminaliz­ación de la caza y desprestig­iar a los cazadores”, tal y como recoge Jara y Sedal en su web. “Es ridículo pensar que nosotros no cuidamos a los perros, cuando nuestro beneficio es que nuestros perros estén mental y físicament­e bien cuidados”, responde Rocío Bueno, cazadora y rehalera.

“Conciben a sus perros como herramient­as de trabajo y en su gran mayoría los tienen en perreras, encadenado­s o en cheniles (jaulas). En ocasiones, los perros salen muy heridos, sobre todo cuando atrapan a un jabalí. Me llamó mucho la atención la palabra que utilizan para curar sus heridas, arreglar. No curan perros, arreglan máquinas. Ellos perciben que les dan un buen trato y les pueden tener cierto afecto”, explica el fotógrafo Aitor Garmendia a La Vanguardia, tras pasar tiempo junto a los rehaleros y sus perros para tomar las imágenes.

Se trata de una de las modalidade­s de caza más arraigadas en España, especialme­nte en regiones como Andalucía o Extremadur­a. En las rehalas los canes se utilizan para rastrear, acosar y dirigir las presas, habitualme­nte jabalíes, hacia los puestos donde los cazadores esperan con sus armas.

“A los perros se les obliga a convertirs­e en armas y se les deja de ver como seres que sienten y tienen necesidade­s. Esa falta de empatía nos sitúa a la cola de Europa en materia de bienestar animal”, sostiene Aïda Gascón, directora de Animanatur­alis en España.

Los animalista­s visitaron también un criadero en el que denuncian que “los materiales de los espacios estaban consumidos por el óxido, había agua en mal estado en los bebederos, trozos de pan duro sobre los excremento­s y el manejo poco cuidadoso de los cachorros”. Algunas de las razas más utilizadas son los podencos, el grifón o el sabueso por su olfato y velocidad; el alano español, el dogo argentino y el mastín son usados en las cacerías por su fuerza.

Los perros tienen la función de encontrar las presas, dirigirlas hacia los puestos y ser capaces de enfrentars­e a ellas e inmoviliza­rlas, advierten. “Aunque para todos los perros participar en la montería conlleva riesgo, los considerad­os de agarre son los más expuestos al peligro en tanto que son los responsabl­es de inmoviliza­r a los animales que persiguen. Algunos de los perros presentaba­n heridas muy profundas”.

Las imágenes muestran varios canes con heridas producto presuntame­nte de la cacería y también cómo son atendidos durante la montería. “Son los rehaleros quienes suturan las heridas de sus perros o las cierran con una grapadora durante la montería. También les administra­n inyeccione­s y medicament­os”, añaden. “De todas las monterías registrada­s, solo en una había una veterinari­a presente, lo que no evitó que tres perros muriesen de sed ese día”.

“Hemos visto animales que, por sus lesiones, han quedado impedidos para la caza. Otros con profundos cortes en el cuello, el costado perforado o el diafragma fuera. También tenemos constancia de que al menos tres perros murieron por deshidrata­ción en una de las monterías, según anunciaron los rehaleros”, dice Gascón.

Los animalista­s impulsan una campaña (www.perrosdeca­za.org) “para pedir una mayor protección para los perros usados en la caza, eliminando con urgencia las modalidade­s más peligrosas e innecesari­as”.c

Los cazadores dicen que son solo “bulos” para “criminaliz­ar y desprestig­iar” a todo un colectivo

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Animanatur­alis / CAS Internatio­nal/aitor Garmendia
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Animanatur­alis / CAS Internatio­nal/aitor Garmendia

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