La Vanguardia

Los peligros de la astenia primaveral

- Santiago Segurola

Acostumbra­do al drama y al ruido, el Barça recorre con sordina el último trecho del campeonato. Ha pasado más de un mes desde el agónico gol de Kessié frente al Real Madrid, que todo el mundo interpretó como un billete seguro al título. Punto arriba, punto abajo, desde entonces la distancia se ha mantenido y el arreón del Atlético parece que llega demasiado tarde. No se recordaba una Liga resuelta con tanta anticipaci­ón, hasta el punto de permanecer escondida del foco noticioso. De marzo acá, la atención se dedica al caso Enríquez Negreira, el posible regreso de Messi, el crédito para reconstrui­r el Camp Nou y el cruce de navajas con el Real Madrid a cuenta de los favores del régimen, cualquier régimen, en cualquier siglo.

Se advierte la falta de excitación en torno al equipo. El cacharrazo con el Madrid en el partido de vuelta en la Copa ha profundiza­do en la sedación. En los dos últimos encuentros, el Barça ha jugado con la tensión baja: empates sin goles ni brillo ante el Girona y el Getafe.

Como el fútbol se mueve a golpe de impresione­s, nadie se ha alterado por un ciclo que en otro momento hubiera provocado alarma y debates.

Campeón in pectore desde hace tanto tiempo, el Barça corre dos riesgos: desprender­se del vigor competitiv­o antes de tiempo y deslucir en la recta final del campeonato su admirable trabajo en la Liga. No es lo mismo ganarla con el pecho inflado que resolverla con un bajonazo. La hinchada quiere emociones fuertes, celebrar el éxito con el ánimo por las nubes, presentir que el título es el comienzo de una nueva etapa o el final de largo periodo de decepcione­s.

El barcelonis­mo quiere creer, anhela una bocanada de optimismo. De preocupaci­ones y decibelios está sobrado. El título, sí, pero con vuelo en el fútbol, sin abandonars­e al trámite de contar las jornadas que faltan y los puntos por conseguir, que es la sensación que el equipo ha trasladado en los últimos partidos. Cuesta disfrutar de las celebracio­nes cuando

Se advierte en el Barça falta de excitación en torno al equipo, que ha jugado con la tensión baja

las semanas transcurre­n y el juego aburre.

La visita del Atlético presupone un fenomenal remedio a la astenia primaveral del Barça. Por primera vez en las últimas semanas el partido reúne todas las condicione­s para instalar en el Camp Nou la atmósfera adecuada de incertidum­bre y tensión. Si al Barça le fue mal la temporada europea, el Atlético lo llevó mucho peor. Eliminado en la primera ronda de la Liga de Campeones, no accedió a la Europa League. En la Copa fue víctima del Real Madrid, como el Barça. Por raro que parezca ahora, se llegó a cuestionar a Simeone, figura sagrada en un club que debe a su entrenador la mayor parte de su espectacul­ar crecimient­o en la escala europea del fútbol.

En el Camp Nou se enfrentan hoy dos equipos que han protagoniz­ado batallas inolvidabl­es. Esta temporada se han parecido como dos gotas de agua, excepto en la Liga. El Barça es el líder y presunto campeón, pero no transmite excitación. En cambio, el Atlético se presenta como un alegre tercero. Ha ganado los seis últimos partidos, en medio del creciente entusiasmo de la afición, que olvida penas y resentimie­ntos a ritmo de victorias, de manera que ahora, a nueve jornadas para el final del campeonato, el tercero es un equipo feliz. Y peligroso para el Barça.

El Atlético medirá el verdadero estado del Barça, que no se puede permitir una derrota en este periodo valle. La Liga les queda lejos a sus dos perseguido­res. Aunque las distancias en el fútbol suelen ser proporcion­ales al estado de ánimo de los equipos, que en el Barça ha sido tristón últimament­e. Queda poca Liga, pero suficiente para no profundiza­r en el letargo y complicars­e el campeonato.

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