Tregua de reproches por Sant Jordi
Los políticos aparcan en las calles de Barcelona las disputas a un mes de los comicios
Pere Aragonès pasó la celebración de Sant Jordi con un escudo de la Generalitat y una rosa amarilla en la solapa de la americana. Hace años, este color para esta flor era símbolo de infidelidad. Dejaba constancia de ello Quim Monzó en el cuento Dos ramos de rosas. Pero en algún momento indeterminado cambió su significado para acabar siendo prueba de amistad y alegría, incluso de reconciliación. En Catalunya, no obstante, hubo un paréntesis: la rosa amarilla, a partir del 2018, pasó a ser una muestra de apoyo a los líderes independentistas encarcelados y a los que se fueron para evitar la acción de la justicia española. Ayer, el president, por una razón o por otra, la llevó también para referirse al acuerdo de claridad y defenderlo. Desde el Palau de la Generalitat y en Instagram.
Esta apuesta del presidente de la Generalitat para fijar las bases de una propuesta catalana de referéndum está ahora en el centro de la polémica. Es la vía que ERC presenta para poner fin al conflicto político. No la apoya el resto del independentismo. Tampoco, ni mucho menos, la Moncloa. Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, la calificó el viernes de “electoralista” y de “trampa”.
Aragonès le respondió ayer. Fue de los pocos que pusieron un pie más allá de la línea trazada intrínsecamente para marcar una tregua entre políticos. “La democracia y votar nunca es una trampa”. Y, como el ministro, vio electoralismo, pero en el desembarco de ministros en Barcelona por Sant Jordi. “A los miembros de otras instituciones, gobiernos y políticos que hoy nos visitan, les recomiendo que escuchen a la ciudadanía y que la escuchen siempre, no solo el día de Sant Jordi. De eso habla el acuerdo de claridad”, subrayó el president en un mensaje dirigido igualmente a Alberto Nuñez Feijóo, que también disfrutó de la jornada en la capital catalana.
La proximidad de las elecciones municipales ha favorecido este desembarco. También que se haya pasado de un clima profundamente enrarecido e incómodo el año pasado por las revelaciones de espionaje con Pegasus a una sesentena de personas relacionadas con el independentismo, a un ambiente ayer un poco más distendido. En el 2022, solo Miquel Iceta estuvo en Barcelona por parte de los ministros socialistas. Este fin de semana se han añadido José Manuel Albares y Félix Bolaños.
Hubo tregua , incluso dentro de la esfera independentista. Pere Aragonès estuvo un rato en la calle conversando con Dolors Feliu, presidenta de la ANC. O tregua dentro de un mismo espacio, como el de Junts. Xavier Trias estuvo en la carpa de su candidatura “con la parte buena de Jxcat, como si dijéramos” –según dos chicos con sendas rosas–, es decir, Jaume Giró, Damià Calvet y Victòria Alsina, al lado de libros expuestos a la venta de Carles Puigdemont, Quim Torra y Laura Borràs.
Las reivindicaciones independentistas continúan, pero, para remarcar el contraste, hay que recordar que Bolaños tuvo que viajar al día siguiente, un domingo, de la anterior fiesta de Sant Jordi para reunirse con la consellera de Presidència, Laura Vilagrà, preocupado por recomponer las confianzas con la Generalitat.
En todo caso, la sola presencia ayer en las calles ya es campaña electoral. No se notó tanto en las intervenciones ante la prensa. Feijóo pretende afianzar “los grandes consensos que supone el constitucionalismo catalanista”. Por eso cree que es clave un “espíritu de remontada” del PP en Catalunya muy en la línea del espíritu de Juanito al que recurren los aficionados del Real Madrid. El sábado disparó en otra dirección y hurgó en la herida de la división en el Gobierno por la ley del solo sí es sí.
La respuesta le llegó ayer de Iceta: “Recomendaría al señor Feijóo que trabaje un poco más y que se esfuerce si quiere tener un buen resultado en las elecciones”.
A escasos metros de Feijóo se pudo ver pasear a Bolaños acompañado por Salvador Illa. Para el ministro tampoco Sant Jordi era el día para tirar los platos a la cabeza de alguien. “Nos llena de satisfacción en el Gobierno de España ver cómo Barcelona está disfrutando de esta gran fiesta (...), hoy se respira alegría, se respiran ganas de vivir, de cultura y de disfrutar de la vida”.
Ada Colau y Yolanda Díaz llevaban al extremo estas ganas de huir de los reproches. La ministra exclamó “viva Sant Jordi, vivan las letras, vivan los libros” para rehusar contestar preguntas de tintes políticos. “No hablaremos de nada más que de Sant Jordi”, la ayudó la alcaldesa.
Ayer hubo tregua política. Mañana, todos al barro. En la diada del 23 de abril ya no dominan los globos naranjas de Ciudadanos. Sí se vieron muchos azules. De Demòcrates de Catalunya, no del PP. Y el amarillo para la infidelidad ya no se estila. En su lugar, cerca del Col·legi de Periodistes, se vendía el libro autoeditado Shicret. Cómo ser infiel sin que te pillen , y en el Portal de l’àngel unos estudiantes vendían rosas al son de Devuélveme a mi chica, de Hombres G.
Aragonès defiende el acuerdo de claridad y ve electoralismo en la presencia de ministros y Feijóo en Catalunya
El clima político es diametralmente opuesto al del 2022, cuando dominaba el escándalo por Pegasus
“Hoy se respira alegría, ganas de vivir, de cultura y de disfrutar de la vida”, afirma Bolaños