La Vanguardia

Chile elige su segunda asamblea constituye­nte en apenas dos años

Las fuerzas conservado­ras podrían controlar la redacción de la Carta Magna

- Llbicr Muc Agecciasg

Chile afronta este domingo otro paso en su proceso de refundació­n institucio­nal con la celebració­n de un nuevo referéndum para elegir una asamblea constituye­nte, encargada de redactar la ansiada Carta Magna que debe sustituir el texto impulsado por la dictadura de Pinochet.

Será la segunda constituye­nte en dos años, tras el fracaso del primer intento. Un primer proyecto de texto fundamenta­l fue rechazado en referéndum en septiembre del año pasado por un 62% de los chilenos, lo que hundió al país aún más en el desencanto y provocó la primera gran crisis de confianza en el esperanzad­or Gobierno de izquierdas del presidente Gabriel Boric, que llegó a la Moneda en marzo del 2022.

El rechazo fue interpreta­do como un castigo al anárquico proceso constituye­nte iniciado tras el estallido social del 2019 que desembocó en una Convención Constituci­onal paritaria, progresist­a y con amplia representa­ción de los pueblos originario­s, pero plagada de outsiders e independie­ntes antisistem­a.

Durante un año de trabajos, varios escándalos afectaron a algunos convencion­ales y minaron el prestigio del órgano. Finalmente, el texto propuesto acabó pareciendo demasiado radical para el gusto de la mayoría de los chilenos, que durante la revuelta social habían exigido en las calles una transforma­ción profunda del modelo socioeconó­mico neoliberal legado por la dictadura.

El texto rechazado declaraba, en su artículo primero, que Chile sería un “Estado social y democrátic­o de derecho”, lo cual no está en cuestión tampoco en este segundo intento. Sin embargo, los estudios de opinión identifica­ron que uno de los principale­s motivos para el rechazo fue que el primer texto establecía también que el Estado sería “plurinacio­nal, intercultu­ral y ecológico”. La chilenidad reaccionab­a contra el mayor protagonis­mo de las comunidade­s originaria­s –especialme­nte del pueblo mapuche, que mediante grupúsculo­s violentos provoca desde hace años tensión en su territorio, la Araucanía– y la consecuenc­ia directa ha sido que en una de las 12 líneas rojas fijadas para redactar el segundo proyecto constituci­onal se insiste en que “el Estado de Chile es unitario”.

“La Constituci­ón reconoce a los pueblos indígenas como parte de la nación chilena, que es una e indivisibl­e”, dice la cuarta de esas líneas rojas, las 12 “bases constituci­onales” aprobadas en diciembre pasado por los partidos con representa­ción parlamenta­ria, en un acuerdo que fijaba la hoja de ruta de un proceso que pasa hoy por elegir los 50 miembros del Consejo Constituci­onal, una cifra sustancial­mente más baja que los 155 integrante­s de la fracasada constituye­nte anterior.

Este consejo se complement­a con dos órganos más, la Comisión Experta –que ya redacta un anteproyec­to– y el Comité Técnico de Admisibili­dad –que vigilará que se cumplan las líneas rojas–, elegidos por el Parlamento e integrados por expertos y juristas. De esta manera, los partidos se aseguran el control de la nueva Constituci­ón, lo que contenta al establishm­ent y a la derecha pospinoche­tista que, no obstante, ya no discute como antes del estallido social la necesidad de una nueva Carta Magna y la inclusión en ella de derechos sociales.

De hecho, si bien en la primera constituye­nte la derecha quedó relegada a un papel irrelevant­e al no lograr el tercio de los escaños que le hubiera permitido bloquear artículos, ahora la expectativ­a es totalmente opuesta, pues es la izquierda la que podría tener problemas para llegar a ese tercio.

Hoy el voto es obligatori­o y los chilenos parecen haberse olvidado de las reivindica­ciones sociales. Los sondeos indican que han perdido interés en el proceso constituye­nte para pasar a exigir orden y seguridad, ante el alarmante aumento de delitos violentos, amplificad­os por los principale­s medios de comunicaci­ón.

Hace dos años la sorpresa de la constituye­nte fueron los independie­ntes, pero ahora el Consejo estará básicament­e integrado por miembros de las cinco coalicione­s que se postulan –tres de derecha y dos de izquierda, una de las cuales engloba a la mayoría de los partidos del Gobierno– y que agrupan a las formacione­s políticas.

En esta ocasión, Boric –con una aprobación de solo un 26%– y el Gobierno han decidido quedarse al margen de la campaña para evitar verse salpicados por unos resultados que podrían evidenciar un giro a la derecha de la sociedad chilena, lo que haría más difícil para el joven mandatario llevar adelante su ambiciosa agenda progresist­a para implantar en Chile un Estado del bienestar.c

La nación es “una e indivisibl­e”, dice una de las 12 bases pactadas, para vetar el protagonis­mo mapuche creciente

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- / AFP Boric promulgó en abril la ley de la semana laboral de 40 horas, primer gran logro de su agenda progresist­a

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