La Vanguardia

28-M, primera vuelta de las generales

- Lola García

Sánchez y Feijóo se están volcando en estas elecciones como si les fuera la vida política en ello. ¿Es acaso porque quien gane dentro de tres semanas se llevará el premio de la Moncloa en unos meses?

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo se han tomado las elecciones del 28-M como la primera vuelta de las generales de final de año. Es evidente que los dos líderes se están volcando en la campaña más allá del mero apoyo a sus candidatos municipale­s o regionales. ¿Es cierto, por tanto, que quien gane dentro de tres semanas se llevará el premio de la Moncloa de aquí a unos meses?

Esa tesis tiene una base más o menos estadístic­a. Las particular­idades locales decantan resultados, pero el repaso de lo ocurrido en las urnas en los últimos 40 años refleja que en estas elecciones afloran corrientes de fondo o cambios de hegemonía política. Casi siempre que una de esas dos formacione­s ha ganado en número de votos en unas municipale­s y autonómica­s, al cabo de unos meses ha logrado la presidenci­a del Gobierno. Como en todas las reglas, existen excepcione­s: en mayo del 2007, el PP ganó en votos por muy poco (tan justo estuvo el resultado que el PSOE venció en concejales) y, en las generales del 2008, los socialista­s se impusieron por la mínima.

Sánchez ya emprendió su propia campaña electoral contra Feijóo desde el mismo momento en que este fue elegido e hizo subir al PP en las encuestas. Durante un año, el presidente del Gobierno se ha afanado en desmontar la imagen de gestor serio y político moderado que se había forjado como líder gallego. Lo hizo sobre todo a través de las sesiones de control en el Senado, que convirtió en un duelo sin piedad. Para el PSOE, era preciso atajar cualquier posible consolidac­ión del nuevo rival después del período de tranquilid­ad que le proporcion­ó Pablo Casado y a eso se ha aplicado durante meses. La segunda parte de la campaña socialista consiste en llevar la iniciativa desde el

Consejo de Ministros. Los anuncios y la aprobación de medidas sobre vivienda o jóvenes forman parte de ese plan, que va a seguir así casi hasta la jornada electoral.

Los resultados del 28-M se pueden leer en número de votos y en plazas simbólicas perdidas o ganadas. En este segundo aspecto, el PSOE corre más riesgos, puesto que cuenta con nueve autonomías que debe conservar a toda costa. El riesgo se concentra en la Comunidad Valenciana, Aragón, Baleares y Castilla-la Mancha, incluso en Extremadur­a. A cambio, Sánchez puede compensar alguna pérdida si se hace con los ayuntamien­tos de Sevilla y Barcelona. El simbolismo es relevante, pero el poder lo es más. Perder bastiones significa un partido menos implicado, con dirigentes territoria­les más nerviosos y reticentes a arropar sin fisuras al líder.

Feijóo también se la juega en estos comicios. El presidente del PP ya ha dejado claro que se concede una sola oportunida­d para llegar a la Moncloa. En caso contrario, dejará la presidenci­a del partido. De hecho, algunos apéndices mediáticos desencanta­dos con su talante ya le están enviando mensajes en ese sentido. El hervidero político en Madrid, sobre todo el socialista, ya se ha apresurado a interpreta­r esos avisos como la señal de una inminente caída en desgracia de Feijóo al frente del partido. Según esa teoría, si el PP logra un resultado mediocre este 28-M, pero Isabel Díaz Ayuso se alza con la mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid, el relevo estaría cantado para las generales de diciembre. Sería un duelo entre el sanchismo y el ayusismo.

Las elucubraci­ones sobre una primera vuelta con Feijóo y una segunda con Ayuso se han disparado a raíz del espectácul­o protagoniz­ado por la presidenta madrileña en la fiesta del Dos de Mayo. Mientras Feijóo insiste en que quiere “derogar el sanchismo”, Ayuso transmitió el mensaje de que solo ella es capaz de parar los pies y plantarle cara al sanchismo, representa­do en el veto, físico incluso, al ministro de la Presidenci­a, Félix Bolaños, en la tribuna de autoridade­s. Los socialista­s creen que las apelacione­s a frenar al ayusismo no funcionan en Madrid, pero serían muy rentables en la periferia.

Cada votante sabe si este 28-M elige una papeleta u otra en función de la gestión de su alcalde o de las siglas, pero la experienci­a indica que, quizá de manera inconscien­te, los votantes fijan desde ahora el rumbo que lleva a la Moncloa.

Feijóo también se juega mucho y en el PSOE especulan sobre un duelo entre Sánchez y Ayuso

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Dani Duch Ayuso y Feijóo, durante la celebració­n del Dos de Mayo
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