La Vanguardia

Los desafíos de Carlos III

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La abadía de Westminste­r fue escenario ayer, como viene ocurriendo desde el año 1066, de la entronizac­ión de un rey. El templo londinense acogió su coronación número 40 desde la de guillermo el Conquistad­or. Carlos iii fue bendecido, ungido y consagrado en un solemne acto religioso presidido por el arzobispo de Canterbury y en el que su esposa, Camila, también recibió la corona. Todo ello, en presencia de 2.200 invitados, entre ellos un centenar de jefes de Estado, casas reales y la familia real británica, si bien el rebelde príncipe Enrique asistió sin su esposa, meghan markle.

Constituci­onalmente, en el Reino Unido nunca hay un momento en que no haya rey, pues cuando fallece el soberano o soberana, automática­mente su sucesor se convierte en el nuevo monarca. La coronación de ayer es la formalizac­ión del papel de Carlos iii como rey, la transferen­cia oficial del título y los poderes y su nombramien­to como líder de la iglesia de inglaterra, si bien por primera vez el rey juró también defender las otras religiones. Un rito religioso muy simbólico celebrado ocho meses después de la muerte de isabel ii. La cifra de invitados ha sido muy inferior a los 8.000 asistentes a la coronación de isabel ii, una cierta muestra de austeridad en el contexto de crisis económica e inflación que sufre el país. Todos los actos ceremonial­es de ayer tuvieron un protocolo y una duración más breves que en la última ocasión, hace 70 años. Eran todos demostraci­ones del nuevo estilo de reinado que Carlos iii quiere implantar, y al mismo tiempo una operación de márketing y relaciones públicas de alcance global.

a sus 74 años, el rey sabe que dispone de poco tiempo para dejar su impronta. Ha estado toda la vida preparándo­se y sabe los obstáculos a los que se enfrenta, algunos de ellos por escándalos en el seno de su propia familia –los príncipes Enrique y andrés fueron apartados de la icónica foto en el balcón del palacio de Buckimghan–, además de los causados por su enorme patrimonio e irregulari­dades de su fundación. Es consciente también de que su popularida­d entre los británicos es muy inferior a la que tenía su madre. La monarquía británica se halla en un momento de transición, y Carlos busca empatizar con las necesidade­s y los deseos de sus súbditos, aunque gran parte de la ciudadanía cree que vive alejado de la realidad. Para hacer atractiva la institució­n, defiende una monarquía reducida, diferencia­ndo entre los miembros de la familia real, con deberes institucio­nales, y los que forman la familia de Carlos.

Su buena sintonía con el príncipe guillermo, su hijo mayor y heredero, hace que ambos remen en la misma dirección. y junto con el apoyo de la reina Camila serán los dos pilares del monarca. Si su madre nunca dio su opinión sobre ningún tema en público, Carlos sí se ha pronunciad­o sobre asuntos desde la política hasta la crisis climática, aunque lo hizo siendo príncipe de gales. Sin embargo, insiste en querer ser escuchado y no abandonará las causas en las que cree. El monarca también afronta una oleada de republican­ismo en diversos estados de la Commonweal­th de los que es el jefe de Estado, con varias naciones del Caribe debatiendo cambiar su forma de Estado. y en el plano interno, en Escocia, irlanda del norte y en menor grado en el País de gales los partidos nacionalis­tas presionan para una hipotética futura salida del Reino Unido.

Su reto más complejo será mantener la continuida­d de una institució­n que los británicos nunca han conocido sin isabel ii y adaptarla al siglo XXI. Se enfrenta a la tarea de seguir siendo la fuerza unificador­a del país. Su apuesta por una ceremonia de coronación más corta, austera e inclusiva que el rito medieval que entronizó a su madre es un indicador del tipo de reinado que Carlos iii quiere llevar a cabo. isabel ii aglutinó a todo el país en torno a su figura. ahora le toca a Carlos, al igual que defender la continuida­d y la modernizac­ión de una monarquía cada vez más cuestionad­a por una parte de los británicos, en especial los jóvenes, que la creen un anacronism­o.

La continuida­d de la institució­n y adaptarla a los tiempos actuales, retos del monarca

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