La Vanguardia

Vísperas de nada

- Llàtzer Moix

Dentro de tres semanas se celebrarán elecciones autonómica­s en doce comunidade­s y elecciones municipale­s en 8.131 ayuntamien­tos. La campaña electoral arrancará oficialmen­te el próximo viernes, si bien la precampaña empezó tiempo atrás, a menudo en clave nacional, con el ojo puesto en las generales de fin de año. Es por tanto ya notorio que Isabel Díaz Ayuso aspira a un gran resultado en la Comunidad de Madrid (que favorecerí­a, claro, al PP, y en particular a ella, que podría seguir echando su aliento en el cogote de Núñez Feijóo); que la permanenci­a –no fácil– de Ximo Puig al frente de la Generalita­t valenciana sería un buen presagio para el PSOE de cara a diciembre, y que a Yolanda Díaz y Sumar les vendría muy bien que su aliada Ada Colau retuviera la alcaldía de Barcelona.

Los votantes de las formacione­s hasta aquí mencionada­s acudirán a las urnas con posibilida­des de progreso y expectativ­as más o menos felices. Pero hay otras formacione­s que van a presentars­e sin razones para el optimismo ni opciones de progreso. Unas, porque nunca llegaron muy allá. Otras, en cambio, porque hace poco rozaron el cielo y ahora, tras caer y caer y caer, ya aspiran a muy poco. Pese a lo cual siguen en la brecha. Días de mucho, vísperas de nada, dice el refrán castellano, en alusión a quienes dilapidaro­n sus recursos y hoy sobreviven –o agonizan– en la pobreza.

Entre los partidos que nada esperan pero siguen en liza destaca Ciudadanos. La formación naranja dispone aún de 69 diputados repartidos en varios parlamento­s autonómico­s. Pero no se descarta que el 28 de mayo los pierda. O, si la fortuna le sonríe, que conserve unos pocos. Sobre eso parece haber escasas dudas. La principal incógnita reside en saber qué partido va a quedarse con ellos. Probableme­nte, el PP se hará con la mayoría. Y no es de extrañar: por proximidad ideológica y porque en los últimos años ha instigado, como ninguna otra formación, y sin disimulo ni decoro, las desercione­s en las filas naranja.

¿Qué mantiene a Ciudadanos a pie de urnas? Desde su dirección quizás nos digan que la fidelidad a unos principios. Desde fuera, que lo suyo es contumacia en el error, expresada en un empeño electoral cuyo resultado, a tenor de las encuestas, se perfila catastrófi­co.

Ciertament­e, los errores de Ciudadanos han sido numerosos. El fundaciona­l fue que el grupo de destacados intelectua­les que en el 2005 impulsó la creación del partido decidiera en el 2006 delegar su dirección en Albert Rivera. Y no porque el que fue presidente de la formación hasta el 2019 careciera de labia y de buena planta. Sino porque dio la impresión de que esos impulsores situaban a un propio al frente del partido porque ellos tenían tareas más relevantes que atender, lejos de la cosa pública.

Luego vinieron otros errores, con etapa reina en el 2019, cuando tras las elecciones de abril Rivera creyó que tenía al PP a tiro de piedra y rechazó una coalición con el PSOE que podía haberle dado la vicepresid­encia del Gobierno. Su error le privó de ese cargo, causó amplio rechazo social e inauguró el vertiginos­o descenso de Ciudadanos, pasando en las elecciones de noviembre de ese año de 57 a 10 escaños en el Congreso. Un batacazo histórico.

Desde entonces, todo ha ido a peor. Nuevas bajadas electorale­s, pérdidas de cargos públicos, merma de ingresos, continua fuga de militantes, cierres o traslados de sedes... Y, sin embargo, ahí sigue Ciudadanos, presentand­o candidatos a las elecciones de dentro de tres semanas, diríase que más por inercia que por posibilida­des de éxito.

La pregunta que se deriva de estos hechos es: ¿cuánto más espera caer Ciudadanos para dejarlo correr? Por supuesto, está en su derecho de seguir, hasta agotar los fondos que le quedan de tiempos más boyantes, con la esperanza de dar con un nicho de futuro liberal y europeo. Además, no faltan los morbosos que asisten con gusto a su proceso de degradació­n. Pero cuanto más adversas son las encuestas, más difícil es entender su persistenc­ia. ¿A qué espera Ciudadanos para devolverle al electorado el adiós que este le viene dando desde tiempo atrás? ¿Puede convertirs­e una persistenc­ia basada en cierta idea de la dignidad en algo patético? ¿Para qué prorrogar lo que parecen ser unas vísperas de nada?

No es fácil entender la insistenci­a de Ciudadanos tras tanto batacazo y ante un 28-M de mal pronóstico

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Javier Lizón / EFE
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