La Vanguardia

En busca del Santo Grial en Montserrat

La vinculació­n de la montaña con el cáliz de Cristo no es nueva, pero la visita del creador de Indiana Jones renueva la fascinació­n por la leyenda, compartida por Hitler

- Mar Bar l C a a arr a

Tomarse la leyenda al pie de la letra no parece propio de mentes frías, pero fue lo que condujo a los nazis hasta Montserrat en busca del Santo Grial, que considerab­an que les conferiría un poder. El episodio de 1940, que causó bastante gracia a los monjes de la abadía, recobra interés ahora, con la reciente visita del creador de Indiana Jones a esa montaña mágica.

Al montarse en el funicular de Sant Joan, junto a su esposa y el matrimonio Obama, Steven Spielberg supo, la pasada semana, que mientras Hitler se entrevista­ba con Franco en Francia, Heinrich Himmler irrumpía en Montserrat dispuesto a arrebatarl­e al abad el cáliz de Cristo. El presidente de Ferrocarri­ls de la Generalita­t, Toni Segarra, que les acompañaba en el trayecto, les habló de esta visita de una comitiva nazi. Y Spielberg, que había tratado en clave de aventuras el tema del Santo Grial en Indiana Jones y la última cruzada, la tercera entrega de la saga, escuchó con atención. El cineasta no tenía ni idea y agradeció la explicació­n. Pues en ese filme, el padre del arqueólogo aventurero, gran estudioso del grial, ¡ha desapareci­do a manos de los nazis!

Sacar a Hitler en una película de aventuras es sacrílego, pero el Spielberg que hace que Indiana se encuentre con el líder nazi es el cineasta

de aventuras, como apunta el crítico de cine Jordi Batlle. “Es puro TBO, casi una sátira como la que luego hace en plan aún más grotesco Tarantino con Himmler en Malditos bastardos. Se ríen. Será en La lista de Schindler cuando sí se vea retratado al autor”.

No es ningún secreto que Hitler tenía una obsesión con las reliquias de poder y las creía necesarias para ganar la guerra: el Santo Grial, la lanza del destino con la que el soldado romano Longinos habría matado a Jesús en la cruz o el martillo de Thor. Lo recuerda, sin ir más lejos, Esteban Feune de Colombi en su reciente Limbos terrestres (Anagrama). El actor y poeta argentino afincado en el Bruc evoca la frase con la que Himmler, despótico, contradecí­a al padre Ripoll, que le hablaba en alemán negándole que por mucha

capucha que llevasen los monjes no custodiaba­n tal cosa como en la leyenda de Parsifal. “¡En Alemania todos saben que el Santo Grial está en Montserrat!”, le exigía.

A la luz de los últimos estudios científico­s, está claro que el líder de la Gestapo y las SS habría errado menos el tiro dirigiéndo­se a la catedral de Valencia. El famoso cáliz de bendición que junto con el resto de su relicario dejó allí en aval el rey Martí l’humà, a cambio de un préstamo para pagar a las tropas en Nápoles y Sicilia, ha revelado hace seis años una inscripció­n que es un palíndromo de lenguas: en árabe cúfico primitivo dice lo mismo que en un espejo se lee en hebreo primitivo: “Jesús Dios”. Indicio que lleva a pensar que es el cáliz que Cristo alzó con su sangre en la cena celebrada en una casa pudiente de Jerusalén. La de Juan Marcos: san Marcos, discípulo de san Pedro, al que siguió hasta Ro- ma con la preciada vasija. Y es sabido que los primeros papas de Roma oficiaban con una copa “original”...

“Eso último lo sabemos por la liturgia, pero en los últimos quince años, los estudios se han multiplica­do y demuestran que la pieza reúne las caracterís­ticas de un cáliz de bendición de la tradición judía, que aún hoy pasa de padres a hijos”, explica a La Vanguardia el canónigo de la catedral de València, José Verdeguer. “Su material, por ejemplo, es de una variante de ágata que solo se encuentra en Palestina (entre Alejandría y Siria), pues siempre tenían que ser de material puro, no poroso. Así que lo de la copa de madera de Indiana Jones es im

posible”, bromea. Otras pistas: la Universida­d Hebrea de Jerusalén la certifica como auténtica del siglo I, hecha de una sola pieza, y su capacidad se correspond­e con el ritual religioso al que obedecía.

Himmler no poseía esta informació­n.

Pero Valencia tampoco respondía al mito y la influencia de Wagner, cuyo Parsifal transcurre en las inmediacio­nes de Monsalvat, un concepto de las fábulas medievales que el compositor sitúa en los Pirineos. La similitud del nombre, junto con el impacto visual de la imponente montaña, ajena al carácter grave y grandioso de las cordillera­s nórdicas o alpinas, conducían a Montserrat.

Pero Wagner no llegó a pisar España. ¿De dónde venía su idea pirenaica? Fue el filósofo y lingüista

alemán Wilhelm von Humboldt quien en 1800 quedó fascinado por los anacoretas de Montserrat, un lugar “mágico, de reencuentr­o con uno mismo”.

Sus reflexione­s las envía a Goethe, que convierte Montserrat en símbolo de la búsqueda interior y crea un imaginario romántico. Su segundo Fausto incluye a los anacoretas... De Goethe pasa a Schiller. Schumann lo incorporan a su Fausto... ,y Wagner coge la parte más teatral, inspirándo­se incluso en los dibujos del propio Humboldt para el lugar imaginario... Esa in fernem land, la montaña lejana.

“Wagner convierte Montserrat en el lugar de custodio del cáliz que vemos en Parsifal y Lohengrin. Y el nazismo se lo toma al pie de la letra. Recuerdo que al contarnos la anécdota a los chicos de la Escolania los monjes se reían: ‘¡Qué tonto!’”. Lo explica el director musical del Liceu, Josep Pons, entre ensayos de Parsifal. Tenía diez años cuando llegó a Montserrat, abrumado por la sabiduría de aquellos cien monjes, la vida intelectua­l, el arte o el contenido de la biblioteca musical de la Escolania. “Yo no sabía ni lo que era un facsímil. Y allí tenían los de Bach, de Händel... ¡Era su letra! La abadía estaba suscrita a las obras completas de Hindemith, Schönberg... Vi llegar la partitura recién escrita del Réquiem de Ligeti”. Y concluye: “A Himmler lo llevaron al museo y se ve que al pasar frente a un esqueleto, que debió traer Bonaventur­a Ubach de sus recorridos por los lugares de la Biblia, señaló: ‘Ario’”.c

“Recuerdo que al contarnos la anécdota a los chicos de la Escolania los monjes se reían: ‘¡Qué tonto!’”

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LV Spielberg rodando con el móvil, junto al abad Gasch de Montserrat
 ?? Pérez de Rozas, AFB ?? El jefe de las SS, Heinrich Himmler, ante la Moreneta en 1940
Pérez de Rozas, AFB El jefe de las SS, Heinrich Himmler, ante la Moreneta en 1940
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TELES Jones (Harrison Ford) y Hitler en La última cruzada
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Carlus Padrissa elige un ritual hindú para Parsifal
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Taza de ágata del siglo I, València

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