“En la música nadie sabe ganar”
El rapero Rayden presenta ‘La victoria imposible’ como preámbulo de su retirada musical para dedicarse a la novela
David Martínez Álvarez, más conocido como Rayden, parece otro cuando se presenta vestido de negro con un jersey que oculta sus tatuajes y se arranca a hablar de cómo le está yendo con las firmas de su nuevo libro. Llega a Barcelona para presentar su nuevo álbum, La victoria imposible, séptimo y último en dos décadas de carrera que el rapero ha decidido abandonar para dedicarse a la literatura, vocación sobrevenida camino de los cuarenta. De ahora en adelante, el autor de Haz de luz y Matemática de la carne limitará sus vínculos musicales a la composición y la producción.
“Después de la pandemia, las
palabras abstractas que tenían valor para nosotros ahora están desangeladas”, explica Rayden, y afirma que el fracaso “ya no es lo que era, la vulnerabilidad no era tan mala, fracasar está muy bien, soltar es un alivio muy grande”.
Su adiós musical, La victoria imposible, es una “redefinición” de los trabajos anteriores, un disco que “tiene sentido si lo escuchas sabiendo que es el último y aun así no hay solemnidad, la pomposidad de la despedida”. De sus canciones se desprende el reconocimiento de que es posible fallar, rendirse. “Hay que rendirse, no darse por vencido, pero sí rendirse; en este caso, dejar la música. Es la primera vez que lo he sentido con tranquilidad, y cuando piensas algo y sientes calma, hay que seguir”.
Este cambio de perspectiva se esconde detrás de su decisión de dar un paso al lado en el mundo de la música, donde “nadie sabe ganar, el que no tiene nada quiere algo, quiere ser emergente”; el que saca la cabeza “quiere hacerse grande”, mientras que el grande “quiere mantenerse”.
Esta pelea perdió todo tipo de sentido para Rayden después de descubrir su vocación tardía como escritor de novela, oficio en el que ya se estrenó con El acercamiento de la mujer cactus y el hombre globo. “He sentido una vocación por primera vez, me he dado cuenta de que amo la música, pero nunca había tenido una vocación orgánica”, explica días después de la fiesta de Sant Jordi, donde firmó libros, aunque se sintió “un farsante estando junto a la flor y nata de la escritura, que era cuestión de tiempo que me pillaran. Y me gustó sentirlo por primera vez a los 37 años”.
Otro de los motivos para dejar la música han sido las dificultades para conjugar su vida actual con su faceta de padre. “No quería volver a estar tantos días fuera, con mala conexión, y ver una mancha pixelada y creerme que es mi hijo, verme como un padre ausente”, explica el artista. Apuntó, sin embargo, que a su hijo no le sentó nada bien la decisión de retirarse, “como alarma del recreo ponen a veces Calle de la llorería, y ahora su padre deja la música”.c