Una bandera roja permite una salida histórica con Alonso 2.º y Sainz 3.º

Pérez se lleva la ‘pole’ en Miami, con Verstappen 9.º

En uno de aquellos golpes caprichosos del destino, la parrilla de salida del GP de Miami tendrá este domingo (21.30 h) un trío de cabeza hispano con el mexicano Checo Pérez en la pole, seguido de Fernando Alonso, segundo, y Carlos Sainz, tercero. Un arranque histórico con los dos españoles en las dos primeras filas. Todo ello gracias a un trompo inesperado de Charles

Leclerc y una bandera roja que impidió a todos los pilotos completar el segundo intento y dejó al campeón Max Verstappen noveno, sin haber podido marcar tiempo.

Después de las dos primeras mangas de clasificación parecía que la quinta pole del curso se la iba a disputar Verstappen –el dominador de los ensayos– con su compañero Pérez y los dos Ferrari, que se mostraban sólidos. Pero todo eso era teoría.

En la definitiva Q3 empezó a saltar el guion por los aires. Verstappen tenía que abortar el primer intento por un error de pilotaje en la curva 4 y debía volver al garaje, igual que Leclerc por una pasada de frenada. Así que Pérez abría el baile con la pole provisional y Alonso, con neumático usado, se ponía a su espalda a tres décimas, con Sainz tercero a cinco décimas.

Pero en el segundo intento, con cinco minutos en el reloj, cambió el panorama. Leclerc no quiso sorpresas y salió el primero, pero inesperadamente sufrió un trompo cuando faltaba un minuto y medio, que llevó a una bandera roja que dio por finalizada la sesión sin dar opción a los pilotos a completar ninguna vuelta. De modo que la clasificación se quedó como estaba, con Checo Pérez primero, Alonso segundo, Sainz tercero, Leclerc séptimo y Verstappen noveno sin haber podido marcar tiempo.

“No creo que pueda ganar la carrera, incluso el podio va a ser difícil; intentaré pasar a Checo en la salida para tener más opciones”, comentó Alonso, que esta temporada ya arrancó segundo en Arabia Saudí y acabó tercero, detrás de Verstappen... que salía del 15.º puesto. De ahí la prudencia del asturiano.