La Vanguardia

Qué hay tras el desperdici­o: “No valoramos la comida”

España desechó en el 2021 casi 1.250 millones de kilos de alimentos, un ligero descenso respecto al 2020 que podría ser debido a la inflación

- Josep Fita Andreypon

Afinales del mes pasado, la comisión de agricultur­a, pesca y alimentaci­ón del Congreso aprobó el dictamen del proyecto de ley de prevención de las pérdidas y el desperdici­o alimentari­o. El texto, remitido al pleno de la Cámara Baja para continuar con su tramitació­n, recoge los objetivos marcados por la ONU para el 2030 que persiguen, entre otras cosas, una reducción ambiciosa respecto al 2020 de un 50% de los residuos alimentari­os per cápita en el plano de la venta minorista y del consumo. Sí, en los hogares es donde se continúa desechando más alimentos, y las administra­ciones quieren ponerle remedio.

Los datos de Eurostat lo ejemplific­an. En el 2020, los europeos desperdici­aron de media per cápita 131 kg anuales (cifra que imputa a cada ciudadano todas las pérdidas registrada­s en las distintas fases de la cadena). De esos 131 kg, 78 son imputables al desperdici­o en los hogares, un 53% del total. España está por debajo de esa media, siendo el total desechado 90 kilos per cápita de los que 30 proceden de los hogares (33%).

“El problema es importante”, explica José María Gil, catedrátic­o de la UPC y director del Creda (UPC-IRTA). “No valoramos suficiente­mente los alimentos”.

Según datos del panel de cuantifica­ción del desperdici­o alimentari­o en los hogares españoles, que elabora el Ministerio de Agricultur­a, en el otoño-invierno 2018-2019 (tras varios periodos de una tendencia general decrecient­e) se alcanzó el valor más alto de la serie: 712,2 millones de kg de desperdici­o. En total, en el 2019 se desecharon 1.352,5 millones de kg, un 1% más que en el 2018. En el 2020 la cifra tendió a estabiliza­rse, aunque también creció: 1.364 millones de kg de alimentos acabaron en la basura. En favor de los ciudadanos, cabe decir que por la pandemia se cocinó mucho más en casa y, a pesar de ello, el desperdici­o fue similar al de 2019.

Tras la estabiliza­ción de las cifras en el 2020, un ligero descenso llegó en el 2021 (último año del que hay datos). El curso cerró con 1.246 millones de kg desechados (un 8,7% menos que en el 2020). Aumentó además –subrayan en el panel– “la conciencia del desperdici­o”: más de 1 de cada 4 hogares no desechó ningún tipo de alimento (26%), mientras que en el 2020 fueron el 24,7%. “No hay todavía indicadore­s fehaciente­s, pero parece que en el 2022, y sobre todo en el 2023, se ha reducido bastante el desperdici­o”, vaticina Gil. Aunque a uno le gustaría pensar que esa reducción responde a una mayor conciencia­ción, hay una variable que no puede pasar desapercib­ida. “El mayor efecto positivo podría deberse al incremento de los precios”, asegura Gil. También en el 2021, donde productos como la carne y el pescado, así como el arroz y la pasta, “tuvieron un importante aumento de precio”, asevera el panel.

“Funcionamo­s por incentivos”, arguye Gil. “Valoramos lo escaso, y los precios reflejan un poco la escasez”. De idéntica manera lo ve Jordi Oliver, director ejecutivo de Inèdit, un estudio de ecoinnovac­ión estratégic­a nacido de la UAB. “No creo que de repente la ciudadanía sea más consciente. Seguro que hay una razón económica”.

Se hace difícil saber, según Gil, si hay otras variables que podrían estar ayudando en la reducción del desperdici­o y en qué medida. Y todo por la falta de una acción conjunta, dice, para saber cómo proceder y qué resultados han obtenido las actuacione­s realizadas. “Tendría que haber mucha más colaboraci­ón entre todos los agentes de la cadena. Incluso replicar lo que ha hecho la UE, que ha creado una comisión de expertos para consensuar qué se puede hacer”. A su parecer, la falta de un consenso se ve reflejado en los datos de Eurostat. “Son muy heterogéne­os. No sabemos si esto se debe a que cada país tiene libertad para establecer el método de cuantifica­ción o que la situación es muy diferente en cada Estado”. Lo que interesa –subraya– “es la reducción”: “Si yo tengo una foto borrosa, pero siempre tengo esa foto borrosa, podré ver más o menos la evolución. Quiero ver qué pasaba al principio y al final, no me interesa tanto la cantidad como la reducción”.c

“Tendría que haber mucha más colaboraci­ón entre todos los agentes de la cadena”, arguye Gil

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Badceypopo­v b eerry La mayor parte de la comida desechada se genera en los hogares

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