La Vanguardia

Argumentos para ser alcalde

- Enric Sierra

Entramos en la última semana de la campaña electoral y el próximo lunes ya sabremos el resultado de las elecciones, que en el caso de Barcelona será muy ajustado, según todos los sondeos. Durante estos siete días, los cuatro candidatos con posibilida­des para alcanzar la alcaldía tienen, al menos, tres misiones. La primera: no cometer errores que les pueda costar la victoria o la posibilida­d de gobernar. La segunda es intentar convencer a los indecisos que se hallan en el llamado voto fronterizo. Esto son los votantes que se identifica­n con las propuestas de varios partidos y quien consiga atraerlos hacia sus siglas tendrá más posibilida­des. Y la tercera misión es de cocina interna y menos vistosa porque se trata de preparar los argumentos que se utilizarán en función del resultado electoral.

En este sentido, los periodista­s hemos preguntado con insistenci­a a los alcaldable­s cuáles son sus preferenci­as de pacto ante el empate técnico que las encuestas señalan entre los principale­s candidatos. Las respuestas han sido diversas y se han ido matizando con más o menos contundenc­ia. Algunos candidatos han sido muy claros al asegurar con quién descartan pactar y otros han sido ambiguos sobre las alternativ­as para alcanzar acuerdos. También emerge el debate de si se debe respetar al candidato más votado para que sea alcalde.

En este último asunto trabajan los guionistas de los discursos postelecto­rales. Emulando al gran Groucho Marx, la misión es defender una cosa o la contraria sin parecer incoherent­e. Si gana las elecciones el candidato que defiende el respeto a la lista más votada, esgrimirá este argumento y, como pasó en el 2019, acusará a los que intenten un gobierno a la contra del vencedor. En cambio, si ese mismo candidato no gana las elecciones pero tiene opciones de ser alcalde con la ayuda de otros partidos, construirá un relato para defender esa operación. ¿Cómo? Si ese alcaldable aboga por un cambio en la alcaldía, afirmará que sacrifica sus principios por otros que faciliten el relevo que demanda una mayoría de ciudadanos, según las encuestas. En cambio, si ese candidato pertenece al grupo de partidos que defienden la continuida­d de las políticas del gobierno actual, sacrificar­á el principio con el objetivo de acabar el trabajo iniciado y evitar que se frene o deshaga.

Ambos argumentar­ios estarán preparados para la noche electoral o para los días posteriore­s porque mientras no se cambie la ley electoral, los votantes no elegimos al alcalde sino a los concejales y estos deciden la alcaldía en función del guion que mejor convenga a su partido. Nada de esto es nuevo. En la historia reciente hemos visto en varias ocasiones como PSC, ERC, ICV y Junts no respetaron a los ganadores en el Parlament. Colau tampoco lo hizo en el Ayuntamien­to y quizás veremos algo así tras las elecciones generales de finales de año si el conglomera­do de siglas que apoya al actual gobierno suma la mayoría absoluta. No lo duden.

Los candidatos tienen, al menos, tres misiones durante la semana que falta para las elecciones

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