Una agenda de reformas
El Cercle d’economia publicó el lunes su nota de opinión de mayo. Señala la creciente divergencia entre la renta media española y la europea. No vamos bien.
En los sucesivos epígrafes de su análisis, el Cercle señala dos puntos que subrayamos en rojo: el primero atañe al Gobierno de Catalunya. Sostiene el Cercle que en la Generalitat hay deficiencias muy importantes en la gestión de las políticas públicas.
Aunque pueda sorprenderles, hay dirigentes políticos, algunos con responsabilidades de gobierno, que comparten este diagnóstico y deploran algunas cosas que ocurren (basta leer el reciente informe de la Sindicatura de Comptes sobre el Incasòl) dentro de la enorme maquinaria pública catalana con más de 282.000 trabajadores y un perímetro económico de más de 40.000 millones de euros.
El segundo epígrafe atañe al gobierno metropolitano –con 1.198 millones de presupuesto y 800 empleados–. Nadie duda ya de que el marco institucional de la ley metropolitana del 2010 se queda corto. Que es urgente una gestión compartida de un territorio más amplio que permita diseñar políticas comunes como comunes son las vidas que desarrollamos los ciudadanos de la región metropolitana. Las políticas locales no alcanzan a resolver los problemas.
Los dos apuntes del Cercle convergen en un punto: la dificultad de los políticos que elegimos para embridar al Leviatán, reformar la administración para hacer que funcione mejor. Con esa esperanza, en elecciones como la del domingo, les otorgamos nuestra confianza.