La Vanguardia

Viejos, pero no marchitos

- Teresa Sesé

De entre todos los retratos que conozco de Louise Bourgeois, hay uno que siempre me hace sonreír. La escultora, una anciana tierna y maliciosa, se planta ante la cámara de Robert Mapplethor­pe con un abrigo negro de plumas, la mirada pícara y seductora, y bajo el brazo, como si fuera un bolso, sostiene alegrement­e un formidable pene erecto de látex, cuyo descomunal tamaño, lejos de parecer un cumplido, le da un aire tragicómic­o. Mapplethor­pe le había pedido fotografia­rla y ella, muerta de miedo, se presentó con aquella escultura que veinte años atrás había titulado Fillette (‘Niñita’). Solo por aquella obra, cuya superficie aparece corroída, como si se estuviera pudriendo, sabríamos que detrás de la creadora había un ángel oscuro y lleno de secretos. Bourgeois tenía en aquel momento 71 años, pero no fue hasta cumplidos los 80 cuando creó una aterradora araña gigante que fue el comienzo de un arte salvaje y sanador que todavía echaba chispas cuando murió a los 98 años. Una de aquellas criaturas de ocho patas, un icono de la psique herida a la que llamó Mamá, protectora y abrumadora, se acaba de vender en Nueva York por 32,8 millones de dólares. Me estalla la cabeza. No por lo asombroso de la cifra –hace mucho que dejó de sorprender­me la alegría compradora en las subastas–, sino por pensar que fue creada por una octogenari­a, atormentad­a por las dudas y el dolor, vulnerable como todos a los males de la carne, pero cuyo cerebro no perdió poder. Al contrario, se hizo más y más grande a medida que avanzaba.

¿Molesta por envejecer? A nadie le gusta que le hagan sentir que sus mejores días tal vez hayan quedado atrás. Las arrugas pueden ser muchas cosas, pero no te dejan sin nada que decir. Tiziano, Monet, Matisse, Hopper, Freud produjeron algunos de sus mejores trabajos al final de sus vidas. Y de no haber vivido hasta los 82 años, Goya no sería hoy uno de los artistas más influyente­s de todos los tiempos, y esas feroces imágenes que son Los desastres de la guerra o las Pinturas negras no estarían ahí para advertirno­s de lo peor que la naturaleza humana puede ofrecernos. Cuatro siglos después, su contribuci­ón sigue siendo decisiva para nuestra visión del mundo.

Ya sé, me dirán que las revolucion­es radicales son para los jóvenes, que la vida es una carrera de relevos y que llegado un momento, tanto si la fuerza vital sigue latiendo como si vas con la lengua afuera, toca pasar el testigo. Que, en fin, la experienci­a y todo eso está muy bien, pero que de un viejo no se puede esperar mucha novedad. Que su momento de liberación creativa ya pasó. ¿Seguro? Estos días, desde el Festival de Cannes, Martin Scorsese, de 80 años, mandaba una lección a seguir: “A mi edad, ¿qué más puedo hacer que arriesgarm­e?”.

Muchos artistas han producido algunos de sus mejores trabajos al final de sus vidas

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain