La Vanguardia

Gobernar bien y caer mal

- Daniel Fernández

Osi lo prefieren, podemos emular aquella comedia de los hermanos Farrelly y titular que Algo pasa con Sánchez. Porque el caso es que el actual presidente ha superado con buena nota prácticame­nte todo lo que le ha ido cayendo encima. Ya saben: una pandemia, un volcán, una guerra en suelo europeo, la inflación, la crisis energética, el independen­tismo catalán, la inmigració­n irregular y todos los líos con Marruecos y el Sáhara… Permitan que no siga, porque me agoto de pensarlo. Y todo ello con una frenética hiperactiv­idad que ha llevado también a una cantidad de leyes y novedades a todas luces sorprenden­te. Y con un Gobierno de coalición, lo que tiene bemoles. Y sin mayoría ni clara ni estable en el Congreso. Y pactando reformas laborales de calado entre sindicatos, empresario­s y el propio Gobierno.

En fin, no es este un país que le haga la ola a nadie, pero lo del presidente del Gobierno no deja de ser un fenómeno casi paranormal. Si lo resumimos en una simpleza, habrá que reconocer que Sánchez ha gobernado razonablem­ente, pero que no consigue caer bien. Y antes de que me digan que el Gobierno apenas influye y que la economía va o bien sola o mejor a pesar del Gobierno, medítenlo un momento sin apriorismo­s ni antipatías. Vamos, que aparquemos nuestras fobias.

En estos cinco años de Gobierno han mejorado –me atrevo a decir que objetivame­nte– bastantes cosas, pero el presidente cae mal a un notable grupo de gente que, digo yo, no todos estarán abducidos por los medios de comunicaci­ón más sectarios y los sembradore­s de cizaña habituales.

¿Será porque es alto? ¿Por su dicción? ¿Por esos trajes un poco demasiado entallados? ¿Por sus andares? ¿Porque habla inglés y le sonríen los dirigentes internacio­nales? ¿Porque no parece del todo español y muy español, como diría Mariano Rajoy?

Lo han acusado de frío, de manipulado­r, de insensible, entre otras lindezas. Sin olvidar que este Gobierno es básicament­e ilegítimo y que, como Zapatero, forzó la democracia para alcanzar el poder y va a traicionar a España, que en eso se resume todo. O Sánchez o España, un no sé si afortunado lema del Partido Popular. De hecho, para más de uno Sánchez ya ha traicionad­o a España, a ese macizo de la raza de evocación machadiana que Ridruejo interpretó como una mayoría antipolíti­ca fácilmente irritable y contraria a todo cambio. Apatía e inmovilism­o en estado latente y enorme cabreo faltón cuando la rabia brota a la superficie.

Sí, me parece bastante evidente, aunque a toro pasado sea muy fácil decirlo, que el presidente se equivocó aceptando el plebiscito sobre su persona que le plantearon el Partido Popular y Vox en la campaña de las municipale­s y autonómica­s. Y tampoco pienso que acierte con su reacción tras los malos resultados, como si las elecciones generales fueran el auténtico y definitivo plebiscito sobre su persona. Hay una portada de Hermano Lobo del verano agónico de 1975, con Franco y la dictadura dando las penúltimas boqueadas, que era un dibujo de Ramón –firmaba así de escueto– en el que se ve a un orador, claramente del régimen, encaramado a una tribuna y que le grita al pueblo, un grupo de hombres tocados con boina: ¡O nosotros o el caos! Y el pueblo le responde: ¡¡El caos, el caos!! Y el prócer replica: Es igual, también somos nosotros.

Pero en democracia, y ya llevamos muchos años, la elección es posible. Y ya no funciona un chiste basado en que en este país siempre deben mandar los de siempre.c

Sánchez no acierta al aceptar que las elecciones sean un plebiscito sobre su persona

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