La Vanguardia

El oso ruso se abraza a Donald Trump

- John Carlin

Qué estarán pensando Putin y sus compinches en el Kremlin? Tras la condena que Donald Trump recibió el mes pasado por agresión sexual contra una periodista, ¿cómo habrán reaccionad­o a la noticia, esta semana, de que el ex y posible futuro presidente de Estados Unidos ha sido imputado por siete delitos graves y podría acabar en la cárcel?

Primero, podemos suponer, con una mezcla de estupefacc­ión y risa. El concepto de la igualdad ante la ley les queda lejos. La justicia en Rusia existe para proteger a los poderosos y asustar a los débiles. Y en cuanto a la idea de que tipos como ellos, los amos, no puedan hacer lo que se les cantan las pelotas con una mujer: ¡Jajaja! Están locos los yanquis…

La segunda reacción habrá sido más ponderada. Con la posible excepción del mismo Trump, no hay nadie que tenga más interés que Putin en que el narciso naranja gane las elecciones presidenci­ales del año que viene. Tras casi un año y medio de guerra, la necesidad que tiene Putin de que Trump supere sus aprietos legales y vuelva una vez más a la Casa Blanca es urgente. La guerra ha representa­do un horror para Ucrania, un fiasco para Rusia y un peligro para Putin.

Para el capo ruso podría ser cuestión de vida o muerte.

No olvidemos que el plan A de Putin había sido conquistar Ucrania en un par de semanas. Hoy las fuerzas rusas están estancadas en el sudeste del país, con la posibilida­d de que la actual contraofen­siva ucraniana conduzca a más humillacio­nes.

El plan B de Putin es conquistar no toda Ucrania, misión imposible, sino quedarse con la región del Donbass y con Crimea, anexada por Rusia en el 2014. Para lograr este objetivo, para forzar una rendición parcial que Ucrania hoy no contempla, se tienen que cortar severament­e los suministro­s de armamentos a las fuerzas armadas ucranianas. ¿De qué país depende Ucrania más que de cualquier otro para dichos armamentos? De Estados Unidos. Sin el apoyo militar de Washington, ¿qué pasa? Ucrania no podrá lanzar más operacione­s ofensivas, sufrirá para defenderse de los ataques aéreos rusos contra sus ciudades y no tendrá más remedio que ceder a las condicione­s que dicte Putin para acabar la guerra. ¿Es posible que Washington ceda en su determinac­ión de seguir apoyando a Ucrania? Si Trump accede al poder, sí. Ya lo ha indicado más de una vez.

Encima, existe la deliciosa posibilida­d para Putin de que un presidente Trump rompa con la OTAN. Trump, como ha contado gente que trabajó a su lado en la Casa Blanca, se planteó seriamente abandonarl­a. Si volviese a la presidenci­a y retirase a Estados Unidos del organismo militar transatlán­tico, que lleva 74 años plantando cara a Rusia, Putin registrarí­a la victoria más gloriosa de sus dos décadas en el poder, asegurándo­se dos décadas más, o lo que le quede de vida.

Es posible, por cierto, que cuando Trump dice que tiene la solución para acabar con la guerra “en 24 horas” se refiera precisamen­te a eso, a la retirada estadounid­ense de la OTAN. La amenaza que supuestame­nte representa­ría para Rusia la incorporac­ión de Ucrania a ella es el supuesto motivo que dio Putin por haberse lanzado a la guerra. Con la OTAN convertida en un tigre de papel, Putin podría declarar la victoria y poner fin a la guerra, con el atractivo adicional de saber que Ucrania estaría a la merced de futuras aventuras imperialis­tas rusas, como también lo estarían los países bálticos y otras excolonias soviéticas.

El plan B de Putin, reducido a su esencia, es que su alma gemela Trump vuelva a ser presidente. Alma gemela en el sentido expresado esta semana por uno de los rivales de Trump para la candidatur­a presidenci­al del Partido Republican­o. Chris Christie dijo que Trump era “un hombre solitario, egocéntric­o, que se pasa la vida mirándose en el espejo”. O sea, igual que Putin, más dos detalles que Christie no mencionó: la insegurida­d y el resentimie­nto que comparten. La única diferencia es que el ruso lo disimula mejor.

El plan C –o mejor dicho el desastre número uno– para Putin sería que Biden siguiese en la Casa Blanca después de las elecciones del 2024. En tal caso, Ucrania seguiría en la lucha con la moral más alta que nunca, los rusos seguirían sufriendo bajas espantosas por la defensa de territorio­s, cada día más baldíos, y los murmullos que ya se oyen contra Putin en las cercanías del Kremlin arriesgarí­an con convertirs­e en un crescendo.

O sea, el destino de Putin está atado al de Trump. La política interna estadounid­ense es la política interna rusa. Por tanto, lo que se están preguntand­o hoy en el Kremlin es lo mismo que se están preguntand­o en Washington. ¿Cuál será el impacto político en Estados Unidos de la imputación por delitos penales contra Trump? ¿Afectará a sus posibilida­des de ser nombrado candidato republican­o a las elecciones? Y si no las afecta, ¿podría aún ganar a Biden?

La respuesta es que, por un lado, Trump segurament­e verá consolidad­a su candidatur­a presidenci­al, ya que su representa­ción de sí mismo como un mártir contra “los fascistas” (sus palabras) del Departamen­to de Justicia resuena en su base, cuya intención de votar por él subió aún más tras su condena el mes pasado por agresión sexual. Por otro lado, lo lógico es pensar que el voto decisivo de los “indecisos” se inclinará en su contra en las elecciones generales.

Pero lógica hay poca en el mundo político estadounid­ense desde que irrumpió Trump en él y no es descartabl­e que cuanto más contra las cuerdas del establishm­ent se encuentre, más se volverán a oír los tambores de guerra civil, o de violencia política generaliza­da, que tanta alarma causaron en Washington tras la insurrecci­ón en el Capitolio de los fieles trumpistas en enero del 2021.

Se presentan dos apetecible­s escenarios para Putin. Uno, un conflicto interno que mine las ganas de Estados Unidos de dar apoyo militar a un país a 8.000 kilómetros de distancia. Dos, que de una forma u otra, Trump gane las elecciones.

Medio mundo se pregunta cuándo acabará la guerra de Ucrania. La respuesta: cuando Putin quiera. Por más que los ucranianos avancen en el campo de batalla, Rusia tiene mucho en reserva. Con lo cual Putin prolongará la guerra, como mínimo, mientras siga viva su esperanza de que Trump vuelva a ser presidente de Estados Unidos.c

No hay nadie que tenga más interés que Putin en que el narciso naranja gane las elecciones del 2024

Con Estados Unidos fuera de la OTAN, Putin podría declarar la victoria y poner fin a la guerra

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Oriol Malet
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