La Vanguardia

Los autores del boom proyectaro­n escribir un musical

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demostrarl­e a todo el mundo que es el único escritor de la Tierra a quien le cuesta trabajo escribir”.

Al año siguiente, el 15 de mayo de 1970, desde Barcelona, García Márquez le confiesa a Vargas Llosa que ya no bebe alcohol “porque un médico fúnebre (...) me encontró el hígado más grande que el corazón, y sin el menor asomo de piedad me suprimió las bebidas dramáticas por el resto de mi larga vida. Luego supe, por mis borrachos de Colombia, que todo el mundo en el trópico tiene el hígado más grande –cosa que ignoran los cartesiano­s europeos–, pero ya empezaba a sentirme tan bien sin mi media botella de whisky diaria que preferí abandonarl­a para siempre”.

Entre las muchas anécdotas, el 12 de diciembre de 1970, desde México, Fuentes le propone a Cortázar implicarse juntos en un musical que proyecta Jorge Lavelli: “La idea es hacer una comedia musical latinoamer­icana, de intención crítica y política, con la colaboraci­ón, para los sketches y las ideas musicales, de Julio Cortázar más Gabo, Mario, Alejo, Donoso y yo. El hilo conductor sería muy simple: el destino de un puñal, fraguado en España en el siglo XVI, a través del tiempo y el espacio de América Latina; un puñal que sirve para el trabajo, la explotació­n, el crimen, el amor, la fiesta y la rebelión. Se trataría de que cada uno escribiese una media docena de escenas (tú de la Argentina, yo de México, etc.), integrando la música y la anécdota”. Lo que hubiera podido ser el musical del boom (¿se imaginan?) es rechazado a los pocos días, el 19 de diciembre, por Cortázar: “La idea de Lavelli me entusiasma poco”. El otro proyecto truncado –este avanzó un poco más– es El libro de los dictadores, en el que cada uno hubiera escrito un relato sobre un dictador de sus respectivo­s países. Incluso se coló el español Juan Goytisolo (1931-2017), que quería realizar “una visión paralela de El Escorial y el Valle de los Caídos”, según le cuenta Fuentes a Vargas Llosa el 5 de julio de 1967. La lectura de Las cartas del boom deja claro que fueron, además de grandes escritores, un grupo de amigos con proyectos comunes, que se querían (mucho) y se ayudaban cuando era necesario.c

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