La Vanguardia

Gol eterno para el chico normal

Rodrigo, mediocentr­o como Guardiola, se rehace con personalid­ad de un mal primer tiempo en Estambul y corona al City con un zapatazo que le convierte en ídolo imborrable en Manchester

- Ca les Ruipé Barcelona ez

Un día Pep Guardiola le dijo a Mascherano durante la etapa barcelonis­ta de ambos: “Cuando seas entrenador, ya verás: querrás jugar con diez centrocamp­istas”. El técnico de Santpedor ironiza con que el secreto de su carrera es haber dirigido primero a Leo Messi y después a Håland. Pero lo cierto es que en las tres Champions que ha ganado, con dos tripletes, ha tenido un peso altamente ponderable la sala de máquinas, el centro del campo, los organizado­res. Suel cedió en 2009 y 2011 con Busquets, Xavi e Iniesta, un triángulo que dominó el mundo. La historia se repitió en Estambul. Se retiró a la media hora lesionado De Bruyne pero se quedaron un reconverti­do Stones y, sobre todo, Rodrigo.

En el verano de 2019 el Manchester City abonó la cláusula de rescisión para liberar a Rodrigo Hernández de su contrato con el Atlético de Madrid. 70 millones costó. Desde ayer, el mediocentr­o madrileño es leyenda en la mitad azul de Manchester. Eterno. Ídolo imborrable. El primero que dio la gloria, el que abrió el camino. Autor de un gol histórico. Como lo es Koeman para el Barça. Como Juary en el Oporto. O Platini para Juventus. Magath en el Hambugo. O Stevie Chalmers para el Celtic. Un nombre que no se olvida, que perdura en el imaginario.

Rodrigo, como Stones, como Gündogan, De Bruyne o Bernardo Silva, todos, han crecido a las órdenes

He pensado: ‘Vas a tener una en el partido, colócala’. Y ha ido dentro”

Estuve horrible en la primera parte. Impropio de mí. El míster me lo ha dicho” Rodrigo Hernández Jugador del M. City

¿Un regalo para Rodrigo? A lo mejor es él quien tiene que pagarnos una cena” Rúben Dias Jugador del M. City

de Guardiola, centrocamp­ista antes de técnico. Pero el pivote, formado también en el Villarreal, ha ganado en personalid­ad con la pelota, lo hace fácil en el campo y además ha luchado por mejorar su disparo, aunque no sea su virtud, solo por el hecho de amenazar desde la frontal. Marcó un golazo con la zurda por la escuadra al Bayern. Ayer la pelota le cayó a la derecha en la frontal y no la desaprovec­hó. “Tenía en mente pegarle fuerte. Pero he pensado: ‘vas a tener una en el partido, colócala’. Y ha ido dentro”, explicaba su disparo con el interior que entró pegadito al poste.

Normal que para Guardiola sea imprescind­ible. Este año ha jugado 56 partidos, solo cuatro de suplente. Su entrenador no lo quita incluso cuando juega mal. “He estado horrible en la primera parte. Impropio de mí. El míster me ha dicho en la cara en el descanso que estaba mal y me ha animado, me ha dicho que soy un líder y que tenía que cambiar la mentalidad. Eso he hecho”, confesaba, con mucha autocrític­a y con los pies en el suelo. “No me lo creo. Esto demuestra que con trabajo cualquier chaval normal como yo puede llegar hasta aquí”, dice. Rodri, el vecino perfecto, y Guardiola ya son infinitos en Manchester.

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MANU FERNANDEZ / LAPRESSE Rodrigo celebra con Grealish

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