La Vanguardia

“No me importa si me abuchean; yo sigo ganando”

Novak Djokovic persigue su 23.º grande, el desempate con Rafael Nadal

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–¿Cómo se sentía al ver que el público se ponía del lado de Alcaraz y le abucheaba a usted por celebrar sus puntos ante un rival tan mermado?

Novak Djokovic, hasta entonces relajado ante la prensa, se echa hacia atrás, pone cara de póquer y cambia el tono.

Y contemplan­do fijamente a su interlocut­or, dice:

–No me importa si me abuchean. Yo sigo ganando.

Y ahí zanja el debate.

(...)

Djokovic, 36 años suma ya, 22 títulos del Grand Slam en su historial, tiene canas en el alma y necesita que le quieran.

Cuando gana un partido, Djokovic saluda al público que le contempla desde los cuatro puntos cardinales. Si se impone en Wimbledon, se arrodilla, arranca la hierba y la mastica. Cuando habla de un rival, el mismo Alcaraz sin ir más lejos, le regala los oídos.

–Alcaraz va a ganar muchas veces en Roland Garros –dice.

La esencia del serbio hace de él un ser shakesperi­ano, tan aplaudido como incomprend­ido

Pero en caliente...

En caliente, firma en la cámara de televisión y escribe:

–Kosovo es el corazón de Serbia. Paren la violencia.

O lanza un pelotazo a una juez de línea y se ve expulsado de una competició­n. O monta un torneo benéfico en Serbia y se salta los protocolos y acaba propagando el virus por doquier. O se enfrenta al Gobierno australian­o, en realidad al mundo entero, porque pretende competir en el Open de Australia sin haberse vacunado.

Su esencia hace de él un ser shakesperi­ano, quizás el tenista masculino más laureado de la historia (a un paso se encuentra: hoy a las 15h, ante Casper Ruud, busca su 23.º grande), pero también el más incomprend­ido.c

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Julian Finney / Getty Djokovic celebra su victoria ante Alcaraz, el viernes

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