La Vanguardia

Iga Swiatek: esta época le pertenece

La polaca alcanza su tercera corona en Roland Garros

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En la Philippe Chatrier, 15.000 gargantas vocean a una. Celebran cada uno de los puntos de Karolina Muchova.

Es curiosa la querencia del parisino, que se decanta por el competidor más frágil.

París adopta a la checa, la revelación del torneo en estos días, alma inesperada en esta final de Roland Garros.

Y Muchova se deja la piel. Muchova no es Navratilov­a, ni Novotna ni Mandlikova, y delante tiene a Iga Swiatek (22), la polaca que ya ha ganado cuatro grandes, tres de ellos en Roland Garros, y que va a ganar muchos más, pues media un abismo entre ella y el resto.

Esta es la era de Swiatek, es absurdo cuestionar­lo.

Es absurdo decir que el tenis femenino cabalga sin rumbo, sin una líder consolidad­a, cuando está en manos de semejante emperatriz.

Swiatek domina el circuito como en su día lo habían hecho Court, Evert, Navratilov­a, Graf, Seles o Serena Williams. Su juego y su espíritu la entroncan con aquellas, también el miedo escénico que le infunde a sus rivales.

Swiatek se cala la gorra hasta medio rostro, se estira la camiseta, que le cae a media falda, oculta sus sentimient­os, apenas gesticula, apenas vocea, jamás se maldice, antepone el tenis al glamour, aparenta fragilidad, se le presume vulnerable, pero su juego es un martillo pilón.

Su rendimient­o es robótico. Se planta al fondo de la pista y golpea con todo el cuerpo. Se retuerce al golpear, no se deja nada en ningún intercambi­o.

Así había ido avanzando por el torneo, sin que nadie le tosiera. Ni un solo set había cedido en estas dos semanas. Sin embargo, ante Muchova, titubea.

Muchova se opone, se muestra feroz, ve en este su día.

Nunca antes ha estado aquí, quién sabe si volverá a vivirlo. Tiene 26 años y es la 43.ª del mundo. Será la 16.ª este lunes, cuando se actualice el ránking, no está nada mal, pero eso no le garantiza logros futuros.

Cree vislumbrar una luz en el segundo set, cuando rompe el servicio de Swiatek en dos ocasiones y se adjudica la segunda manga, y París la ovaciona.

¿Y qué hace Swiatek? Toma aire y se realoja. Cierra el tragaluz y corre la cortina: golpeando desde el fondo de la pista, alargando los rallies e insistiend­o en el revés de la checa, aplasta la rebelión.

A las 2h45m de partido, acaso apabullada por el peso de la cita, Muchova comete una doble falta y Swiatek echa a volar sobre París.c

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THOMAS SAMSON / AFP Iga Swiatek celebra su victoria sobre Karolina Muchova, ayer en París
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