La Vanguardia

El boicot alemán que nunca existió

Cómo una recogida de firmas llamando a no comprar fresas derivó en polémica en España

- María-paz López Berlín. Correspons­al

La fresa de Huelva se ha visto envuelta en una polémica desaforada, con grave riesgo de perjudicar al sector y a sus exportacio­nes, resultado de un supuesto boicot alemán que en realidad nunca existió. Una campaña de recogida de firmas de una plataforma en Alemania que insta a la ciudadanía a reclamar a los supermerca­dos que no vendan fresa española por la desecación de Doñana, no ha sido secundada por ninguno de ellos, que continúan importando este producto –debidament­e certificad­o– a su ritmo habitual.

El uso electorali­sta del asunto por parte de políticos en campaña para el 23-J, tanto del Gobierno como de la oposición, al trascender la iniciativa en redes sociales y medios, ha atizado la controvers­ia. Para más inri, casualidad­es del calendario hicieron que esta semana se materializ­ara un viaje de diputados alemanes a España que incluía visita a Andalucía, planeado desde hace largo tiempo, para “intercambi­ar informació­n y recopilar datos sobre un tema que es de interés para ambos países, a saber, el cambio climático y sus consecuenc­ias”. Ante el revuelo, los visitantes suprimiero­n la etapa andaluza del viaje.

Y así fue cómo se juntaron los elementos para desatar la tormenta perfecta que se ha abatido sobre la fresa de Huelva, un sector por otra parte no exento de problemáti­ca.

Campact, la plataforma alemana iniciadora del llamamient­o al boicot, quiere reunir 200.000 firmas y se dirige explícitam­ente a las cadenas de supermerca­dos alemanas Aldi, Edeka, Lidl y Rewe. El grupo, que realiza sus campañas vía internet, inició la de la fresa española el 26 de mayo, y en dos semanas lleva reunidas algo más de 170.000 firmas, en un país de 84 millones de habitantes.

“Alemania es el comprador más importante de fresas españolas. Un tercio de la fruta cultivada en España acaba en nuestros supermerca­dos, incluso en invierno –aduce Campact–. Las fresas importadas suelen ser significat­ivamente más baratas que las fresas alemanas porque los trabajador­es de la cosecha son explotados en España. Tales fresas son baratas a expensas de la naturaleza y de las personas”. Campact critica también la ley de regadío propugnada por el Gobierno andaluz del PP porque “se utilizará aún más agua para el cultivo de fresas”, lo cual equivale a “destruir el frágil ecosistema” de Doñana.

Alemania es el mayor mercado de exportació­n de la fresa onubense, con una facturació­n anual de 186 millones de euros. Según la asociación Interfresa, las fresas y frutos rojos de Huelva exportados a Alemania poseen la certificac­ión Spring (siglas en inglés), que avala la legalidad de las fuentes de suministro de agua, una certificac­ión exigida por los grandes supermerca­dos: Rewe, Aldi, Lidl, Edeka y Kaufland. Aldi reiteró esta semana su compromiso con sus proveedore­s de fresa españoles.

Otra cuestión es la preeminenc­ia que las cadenas alemanas dan a la producción regional y local. Así, en Berlín ahora mismo casi toda la fresa a la venta en súpers y tiendas procede de Brandembur­go, el land agrícola que circunda la capital, y se recurre a la extranjera –española, griega o italiana– para cubrir los picos estacional­es de la demanda.

Cogidos entre dos fuegos, los diputados de la comisión de Medio Ambiente, Seguridad Nuclear y Protección del Consumidor del Bundestag pusieron pies en polvorosa al aterrizar en Madrid, “en vista de la gran relevancia política que los temas del viaje han adquirido en los últimos días de cara a las próximas elecciones nacionales españolas”.

Ningún súper en Alemania respalda la iniciativa y siguen importando fresa española certificad­a

Diputados germanos cancelaron la etapa andaluza de un viaje previsto hace tiempo ante su uso electoral

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