El botón fallido de Ordine
Aún es pronto para saber si Nuccio Ordine pervivirá muchos años como un autor al que se recurre para apuntalar un texto con una reflexión ponderada. Pero, a día de hoy, su ascendencia en la crítica del utilitarismo es inapelable. Pese a haberse ido demasiado pronto, en sus libros publicados en Acantilado ha dejado suficientes argumentos para ser considerado una referencia en la materia. No solo gracias a sus propias ideas, sino también a partir de una relectura siempre elegante de los clásicos. En la era de las falsedades que se avecina, cuando, hartos de navegar contracorriente en busca de veracidades, daremos por buenas citas apócrifas pergeñadas por el algoritmo perverso, su Clásicos para la vida debería ser de obligada posesión y consulta.
Por ejemplo, a propósito del cortoplacismo, un tema que se aborda en la edición de hoy de La Vanguardia, el profesor calabrés advirtió que la mirada corta no solo perjudica a las humanidades, sino que también es un freno para la ciencia: “Si tenemos hoy el GPS –explicó en la revista colombiana Cambio– es porque Albert Einstein creó su teoría de la relatividad, y si un periodista le hubiera preguntado para qué servía su teoría, seguramente él habría contestado que para conocer el mundo, no para hacer el GPS”. En el reportaje que Mayte Rius publica hoy en Sociedad sobre la necesidad de mirar a largo plazo, la opinión de los expertos consultados sintoniza con esa idea de Ordine sobre el daño que causa a la ciencia esta renovada tiranía del ahora. Desde la imposibilidad de combatir la crisis climática en una economía dominada por el derecho del accionista a obtener un retorno inmediato hasta la dificultad de diseñar un desarrollo razonable de la inteligencia artificial. Y no cabe cargar toda la culpa sobre unos políticos maniatados por la extrema polarización de la sociedad, se advierte. Como dijo Ordine, no hay antídoto contra este mal que no implique replantear el sistema educativo.
A modo de epílogo y a propósito de la necesidad de combatir el utilitarismo desde la escuela, se impone no perder el hábito de citarle. A él y a su maleta llena de clásicos: “Como recordaba Giordano Bruno en un bellísimo pasaje del Candelero, todo depende del primer botón: abrocharlo en el ojal equivocado significa, irremediablemente, seguir cometiendo error tras error”.