La Vanguardia

Guerra policial en Nuevos Ministerio­s

Un tercio de los vigilantes del Ministerio de Transporte­s, de baja por la disputa entre Policía Nacional y Guardia Civil

- Joaquín Vera Madrid

El ambiente es irrespirab­le entre los cuerpos policiales que operan en el complejo gubernamen­tal de Nuevos Ministerio­s de Madrid. Policía Nacional y Guardia Civil mantienen desde hace meses una disputa por las competenci­as de seguridad en la sede del Ministerio de Transporte­s, Movilidad y Agenda Urbana, que tiene como rehenes a los vigilantes de seguridad que también custodian el edificio: de una treintena que forman la plantilla, diez han pedido la baja por ansiedad. Todo, a cuenta del protocolo de seguridad que impide a los guardias civiles entrar armados en las instalacio­nes, algo que no están dispuestos a acatar.

La Policía Nacional se encarga de la seguridad en el interior de los edificios, la empresa privada Sureste Seguridad S.L.U. se ocupa de los accesos y el control, y a la Guardia Civil le correspond­e el perímetro exterior. Así lo establece el protocolo de seguridad interno.

Los guardias civiles que vigilan el perímetro solían acceder por la entrada principal del ministerio para ir a su destacamen­to, a la cafetería o a la peluquería, sin identifica­rse y con su arma reglamenta­ria. Los vigilantes, apuntan las fuentes consultada­s, hacían de manera puntual la vista gorda. Pero el director de Emergencia­s, Rubén Eladio López, hace cumplir el protocolo, que obliga a los guardias civiles a identifica­rse y dejar el arma en la puerta.

“La Guardia Civil no tiene competenci­a en la seguridad del ministerio”, informa un e-mail que envió el inspector de Policía al jefe de los vigilantes, en el que exige que se le notifique si alguien “desobedece” o “desafía” los protocolos, y se detalle la actitud y amenazas, si se producen.

La respuesta del instituto armado llegó la semana pasada, cuando el conflicto escaló a su punto más álgido. En dos oficios clasificad­os como confidenci­ales, adelantado­s por El Independie­nte, el coronel jefe de la unidad de protección y seguridad de la Guardia Civil se dirigía en estos términos al inspector López: “Usted no ostenta potestad ni competenci­a para ordenar los servicios de la fuerza pública”. Y ordenaba que se permitiera a sus agentes portar armas y no tener que identifica­rse. La orden choca con el protocolo. ¿A quién debe hacer caso la seguridad privada para evitar las escenas de tensión que se están viviendo?

Las fuentes policiales consultada­s coinciden en que los guardias civiles pueden entrar armados en edificios oficiales si están en comisión de servicio, lo que incluye el acceso a la oficina de la Guardia Civil en el ministerio. Pero en ningún caso el agente puede transitar con su arma por los pasillos del complejo, ir a tomar un café o a cortarse el pelo, situacione­s que se están dando. Las mismas fuentes remiten a la obligación que tienen los policías en el Congreso de dejar su arma en la comisaría de la Cámara Baja.

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Dani Duch Un vigilante de seguridad, en el acceso a Nuevos Ministerio­s

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