El corresponsal que sabía demasiado
MAURICIO VICENT (1963-2023) Periodista y escritor
Me enteré de la muerte de Mauricio ayer, víctima de un infarto, por la llamada de un amigo común, el diplomático Carles Pérez-desoy. “es un palo enorme. Ya sabes que le quería mucho... Como todos”. Carles se refería a todos los que conocimos de cerca a Mauricio, los que disfrutamos de su amistad y de algunos grandes momentos junto a él; en particular de sus divertidos relatos y observaciones agudas sobre anécdotas nimias o acontecimientos de calado; sobre gente anónima o individuos ilustres. “Menudo personaje es ése”, solía decir después de alguna de sus animadas narraciones, sin reparar en que el gran personaje era él.
“el alcalde de La Habana”, le bautizó otro diplomático. Porque si alguien conocía la capital cubana, sus claves y sus secretos, era Mauricio, que para eso llevaba viviéndola y contándola como nadie desde los 18 años.
su agenda de contactos era envidiable. Raúl Castro le llamó un día en público. “¡Vicent!”, dijo con su voz grave y algo cazallera: “Tu eras amigo de Gades”, le identificó con distintivo de respeto. Hay que tener en cuenta que, por voluntad del expresidente cubano, las cenizas del bailarín reposan en un lugar de sierra Cristal muy cercano al que él tiene reservado para las suyas .
uno de los mejores recuerdos que guardo de Mauricio es el de una tarde de fin de semana en la que, durante una visita de sus padres y su hermana, nos llevó a una peña de bailadores de jazz. Éramos los únicos blancos. Ante nosotros, unas dos decenas de jóvenes de entre 70 y 90 años bailaban con estilo y sin fatiga al ritmo del swing y demás géneros diabólicos que la Revolución prohibió en los 60 por considerarlos frutos de la decadencia capitalista. Música, magia y energía te hacían vibrar de inmediato en aquel garito. Y todos los danzarines parecían conocer a Mauricio, seguramente de alguno de sus frecuentes
Le llamaban “el alcalde de La Habana” por ser aquel que todo y a todos conocía en la capital cubana
reportajes sobre la música isleña: uno de los temas predilectos de su arte periodístico.
Vicent sabía mucho de música cubana, bastante de la inextricable política cubana y casi todo de la vida en las calles de Cuba. Él mismo era muy cubano. sus propios compatriotas de la isla solían preguntarle cosas del país. Y qué decir los que venían de fuera. Cuando un visitante ilustre viajaba allá, no era raro que la primera persona a la que vieran fuera Mauricio, antes que por ejemplo el embajador correspondiente.
Vicent, corresponsal del diario El País, era un periodista y un escritor reconocido. Firmó el guion del documental Música para vivir, de Manuel Gutiérrez Aragón. Dirigió un documental sobre Baracoa. Publicó el libro Havana: Autos & Architecture, junto a norman Foster, y colaboró con Juan Padrón en el cómic Crónicas de La Habana. Pero, sobre todo, escribió cientos de crónicas sobre los acontecimientos, grandezas y miserias de Cuba. Lo cual, como allí se dice a cada rato, no es fácil, mi hermano.
el Gobierno le invitó a salir del país en julio del 2011. Él ya sabía que ocurriría, porque meses antes nos habían echado a otros. “está claro, soy el siguiente, me dijo en marzo de aquel año cuando le conté que me habían expulsado. La causa fue la misma, claro: éramos “inobjetivos”.
Pasados unos años, él regresó y hasta volvió a ejercer como corresponsal. el corresponsal que sabía demasiado. Al que queríamos quienes lo tratamos de cerca. Al que no querían ver de cerca quienes odiaban la verdad. Descansa en paz, querido Mauricio.