La sequía acelera la renovación pendiente de cultivos en Lleida
Agroseguro indemnizará 110.000 hectáreas, una cifra récord
Variedades nuevas y cambios de cultivo. Es una receta de medidas locales de los científicos para afrontar el cambio climático ante una sequía histórica. El investigador del programa de uso eficiente del agua en agricultura del Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA), Joan Girona, partidario de canales de regadío, y Narcís Prat, catedrático emérito de Ecología de la Universitat de Barcelona, crítico con las grandes infraestructuras y la sobreexplotación agrícola, coinciden en la necesidad de cambiar especies y sustituir maíz o alfalfa por cereal temprano y girasol y abrir un profundo debate sobre nuevos cultivos.
Prat sostiene que sin cuestionar lo que se cultiva no se solucionará el problema. Insiste en que cuando se hizo el canal Segarra Garrigues ya se sabía que no había agua. “Hemos llegado a algo que ya sabíamos, durante muchos años nadie ha hecho caso a los informes científicos, a todo lo que se ha dicho. A muchos científicos se nos ha dicho que éramos de todo, terroristas”, afirma Prats, para quien ahora la solución es una suma de pequeñas soluciones, como agua regenerada, más desalinización, mejora de los acuíferos y ahorro.
En su informe El libro del agua para la entonces Conselleria de Medi Ambient i Habitatge ya apuntaba en el 2009 que futuras condiciones más cálidas y secas podían comprometer la estructura de cultivos y que sería el sector del regadío el más afectado, con aumentos de la demanda de agua por efecto de una mayor evapotranspiración y el incremento de hectáreas regables.
Perdida gran parte de la cosecha de cereal, Agroseguro cifra en 110.000 las hectáreas que indemnizará en Catalunya, la cifra más alta en sus 40 años de actividad. “En este momento hay que salvar lo que tenemos, cuando pase este verano espero que vayamos aprendiendo lecciones y se planteen variedades más resistentes y mejoras de las infraestructuras”, apunta Girona.
Es uno de los investigadores del ensayo de almendros en regadío que la Diputación de Lleida y el IRTA plantaron en la finca experimental de la corporación en Maials con una dotación mínima de 2.000 metros cúbicos por hectárea y año en el 2003.
Ahora, con dos riegos garantizados en el canal d’urgell y la supervivencia comprometida, la recomendación en esa zona por parte del IRTA es quitar el mayor número de frutos, o todos, para que no consuman agua y, si hace falta, podarlos. También adelantar los arranques de las fincas en las que los agricultores tuvieran previstos hacerlos en los próximos dos o tres años para renovar variedades. “Muchos agricultores van a quitar todos los frutos para salvar los árboles”, avanza Girona.
En el caso de los frutales, Girona recomienda plantar árboles más pequeños. no tanto por su resistencia a la sequía sino por la menor demanda de agua. Es la tendencia que comparten Ignasi Iglesias, director técnico de la empresa Agromillora con almendros autoenraizados, en secano, con raíces más largas que pueden que profundizan más en el suelo.
El grupo de mejora genética de frutales del CEBAS-CSIC, de Murcia, en el que participa Federico Dicenta, ha creado un patrón de almendro para tierras de secano, Drystock One, basado en el conocimiento tradicional de la adaptación al secano, con garantía genética y sanitaria.
El cambio de variedades con menos necesidades hídricas es también la alternativa del catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Alcalá de Henares Antonio Ruiz de Elvira, un experto en cambio climático que participa con frecuencia en foros de fruticultores. Cuenta que las empresas frutícolas no han entrado de lleno en esa reconversión de cultivos y, desde su punto de vista, “no hay el interés” que la situación precisa.n
“Durante muchos años, a los científicos no se nos ha hecho caso; hay que cuestionar lo que se está cultivando”