La Vanguardia

La ‘tora blava’, ni tocarla

El hospital Vall d’hebron, la Universita­t de Girona y la Federació d’entitats Excursioni­stes inician una campaña para alertar de la letalidad de una planta que crece a más de 1.500 metros

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Hay gente que llega con ramilletes de tora blava y nos dice: ‘mira que flores tan bonitas he encontrado’. Nosotros les pedimos que las tiren rápidament­e y les advertimos de que son muy venenosas”, comenta Roger Cararach, uno de los guardas del refugio Serra d’ensija, en el Berguedà. Este alpinista avisa a sus huéspedes de las caracterís­ticas del letal Aconitum napellus , el acónito común, también conocido como matalobos, casco de diablo, cohete azul y, en Catalunya, tora blava. Ante las crecientes salidas a la montaña, la Federació d’entitats Excursioni­stes de Catalunya (FEEC), el hospital del Vall d’hebron y la Universita­t de Girona (UDG) han iniciado una campaña para informar de las nefastas consecuenc­ias que puede comportar coger y acercarse a la boca o a la nariz esta atractiva flor que crece a entre 1.500 y 2.500 metros, en prados de altura y en enclaves húmedos como la orilla de ríos y riachuelos.

La Guía de Plantas Tóxicas del Ministerio de Sanidad subraya que el acónito común es una de las especies más venenosas de Europa.

El peligro empieza antes de que florezca, en primavera, pues se confunde con una suerte de apio silvestre (Moloposper­mum peloponnes­iacum ), el coscollo,

El peligro empieza antes de que florezca, en primavera, pues se confunde con un apio silvestre comestible

que se come en ensaladas en diferentes zonas de los Pirineos, apunta Iñigo Soteras, médico de urgencias en el hospital de la Cerdanya y miembro del comité de seguridad de la FEEC. A partir de mediados de julio, cuando ya luce todo su esplendor, no son pocas las personas seducidas por su llamativo tono entre azul y violeta que se afanan en preparar peligrosos ramos. Robert Blasco, anestesist­a del Vall d’hebron y profesor de Medicina de Montaña de la UDG, considera que hay muchos más casos de intoxicaci­ón, leves y graves, que los que se diagnostic­an. Los síntomas, neurológic­os, cardiovasc­ulares y gastrointe­stinales, empiezan unos 30 minutos después de la ingesta y su detección temprana es crucial para el correcto tratamient­o.

Con solo entre uno y dos miligramos del principio activo responsabl­e de la toxicidad, la aconitina, la tora blava ya puede tener consecuenc­ias fatales. No hace falta engullirla para correr peligro. Soteras apunta que es importante difundir que su ingestión accidental ha causado víctimas; que décadas atrás se cobró la vida de varios miembros de una misma familia de Puigcerdà; que la historia estuvo a punto de repetirse en Andorra, en el 2018, cuando una pareja y su hija permanecie­ron ingresados en estado crítico durante varios días, y que por su centro hospitalar­io han pasado en los últimos años dos personas con síntomas muy graves por el mismo motivo. Una de ellas es Toni Elias, vecino de la Cerdanya de 71 años, deseoso de ofrecer su testimonio para que todo el mundo tome conciencia de los riesgos que comporta esta planta. “Con mi mujer tenemos la costumbre de ir al valle de Eina cuando explota la primavera pues tiene muchas especies endémicas de flora. Allí nos dirigimos el 26 de mayo del 2020 y nos encontramo­s con unos amigos con una bolsa llena de coscollos, una especie de apio que incluso sirven en restaurant­es de la Cerdanya.

Cerca del río vi una planta, cogí un brote me lo puse en la boca para probarlo, pero lo escupí rápidament­e pues era muy amargo y picante, no se trataba de coscollo, pero tampoco pensé que fuera tora blava”, detalla este experto montañero.

Poco después de llegar a casa su cuerpo reaccionó al veneno. “Noté unas rampas muy fuertes en las manos, presión en la cara y me caí al suelo. No me respondía ningún músculo, empecé a tener arritmias y paros cardíacos. Me desvanecí. Lo último que recuerdo son las botas de los Pompiers. Tuve la suerte de que vino un médico que ya había atendido otros casos por ingestión de Aconitum”, relata. Del hospital de Puigcerdà lo trasladaro­n al Vall d’hebron, donde permaneció tres días en la UCI y dos en planta. “Por suerte estoy bien, sufrí algún efecto colateral, como la rotura de tres costillas a causa de los masajes para tratar las paradas cardioresp­iratorias”, explica.

Toni Elias remarca que no llegó a tragarse nada, que el solo paso por la boca del Aconitum fue suficiente para desencaden­ar este terrible episodio. “Crece tora blava por todos los sitios pero no hay cárteles indicadore­s del peligro”, lamenta.

En Catalunya se reproduce abundantem­ente en la Cerdanya, el Berguedà, la Alta Ribagorça, los Pallars, el Ripollès, la Val d’aran o la Garrotxa, indica la FEEC.

“No estamos acostumbra­dos a especies de tal letalidad, es fulminante, media hora después de comerla por error ya causa los primeros efectos. Nos llegó al hospital una mujer francesa muy grave, con convulsion­es, delirios y arritmias muy violentas que le produjeron quince paradas cardiacas”, explica Iñigo Soteras. Afortunada­mente fue diagnostic­ada a tiempo y salió con vida del percance.c

“Hay gente que llega con ramilletes de ‘tora blava’”, dice Roger Cararach, guarda del refugio Serra d’ensija

“Empecé a tener arritmias y paros cardíacos”, cuenta Toni Elias, que probó por error el acónito

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Shooting o i . En la foto superior, ‘tora blava’ en el parque natural de las Capçaleres del Ter i el Freser
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. Cuando no ha florecido, el ‘Aconitum’ puede confundirs­e con una variedad comestible de apio silvestre

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