El lenguaje bélico de Trump y acólitos crea temor a disturbios en Miami
El expresidente tiene previsto hoy declararse “inocente” ante la juez del caso
La conducta como imputado de Donald Trump es de manual.
En una inmensa mayoría de ocasiones, los procesados proclaman su inocencia (lo sean de verdad o no). “La noticia es que un acusado se declare culpable”, frase de Mateo Seguí, letrado veterano y de referencia en los tribunales de Barcelona.
El expresidente de Estados Unidos, y líder de largo entre los candidatos republicanos para las elecciones del 2024, responde a la perfección a esta pauta de comportamiento.
Ya antes de comparecer el martes en un juzgado de Miami (Florida) se ha declarado inocente de los 37 cargos federales que le imputan por llevarse de la Casa Blanca documentos altamente secretos sobre defensa del país o armas nucleares, almacenarlos en su mansión de Mara-lago (en lugares tan seguros como un retrete, una ducha o una sala de baile), y resistirse a devolverlos, incluso con la sugerencia de destruirlos. Así lo explica el escrito de acusación del fiscal Jack Smith, quien remarcó el peligro para la seguridad nacional y de los aliados.
Pero a diferencia de esa inmensa mayoría de procesados, Trump posee una herramienta única. Dispone de más gigantescos megáfonos en la tribuna pública y esto crea miedo de que se produzcan disturbios.
El sábado protagonizó dos mítines en Georgia y Carolina del Norte en los que no solo despreció el asunto, su segunda imputación en escasos dos meses, sino que echó mano de esa retórica más dirigida a los instintos que a la razón. Alarma general.
Además de calificar de loco, maníaco o matón al fiscal especial, argumentó que esto es un “golpe político” montado por el presidente Joe Biden para enviar a la cárcel a su rival en las urnas (da por sentado que será el candidato) y lo equiparó a la Rusia estalinista o la China comunista. “Esta es la batalla final”, dijo. “No viene a por mi, vienen a por vosotros”, insistió.
Después del intento de perpetuarse por la fuerza en el poder el 6 de enero del 2021, sus discursos provocan una vez más que se extremen las medidas de seguridad. El entorno del tribunal federal de la ciudad del sur de Florida estará acorazado con un despliegue policial en el que colaboran varios cuerpos, si bien de momento, no se piensa en separar a los manifestantes.
“Nuestro país tiene que protestar”, remarcó el expresidente el domingo en una entrevista radiofónica. Y en su red social insiste con un “nos vemos en Miami”. Su incitación no ha pasado desapercibida en los foros de la extrema derecha. Sus llamadas a la movilización se han reforzado por el lenguaje belicista que utilizan sus acólitos.
Siempre con el punto de mira en el “Departamento de Justicia de Biden” como instigador del caso, sin prueba alguna –menudo papelón para el presidente, que se ha limitado a contestar con un “no comment”–, Kimberly Guilfoyle, prometida de Donald jr., hijo mayor de Trump, sostuvo en su Instagram que “viene la venganza”.
El legislador Andy Biggs habló del “ojo por ojo” y que “entramos en fase de guerra”.
Kari Lake, que aún no ha reconocido su derrota a gobernadora de Arizona en el 2022, envió un mensaje desde la convención conservadora de Georgia al secretario de Justicia, Merrick Garland; al fiscal Smith, y a las notícias falsas. “Si quereis echar mano a Trump –avisó–, tendréis que venir a por mí y 75 millones de estadounidenses como yo. Y os diré que muchos tenemos el carnet de la NRA (Asociación Nacional del Rifle)”. Así recalcó que muchos seguidores del expresidente tienen armas. Y apostilló: “No es una amenaza, es un anuncio de servicio público”.
Trump habla de “batalla final”, su futura nuera de “viene la venganza” y otros apelan a las armas