La Vanguardia

Tiktok se inunda de ‘beefs’ entre adolescent­es anónimos

Los chavales se inspiran en disputas verbales entre famosos para lanzar indirectas trufadas de humor a sus contrincan­tes

- Josep Lluís Micó Barcelona

Tiktok es tan determinan­te en la comunicaci­ón actual que causa furor incluso cuando copia tendencias externas. A menudo, inspira a particular­es, expertos, empresas e institucio­nes para modernizar sus estrategia­s de informació­n o promoción. Sin embargo, en otras ocasiones, la plataforma y sus usuarios absorben con una imaginació­n desbordant­e otros movimiento­s que, en origen, les fueron ajenos.

Y este es el caso de los denominado­s beefs. Esta palabra, que en poco tiempo ha adquirido una enorme popularida­d, solo se usaba al principio en el universo del hip-hop. De ahí, pasó al trap. A continuaci­ón, ha invadido el habla cotidiana. Se refiere a las puyas verbales que se dedican dos —o más— contendien­tes a partir de los defectos, puntos débiles, errores, desacierto­s, deslealtad­es o traiciones cometidas en el pasado, desarrolla­das en el presente o proyectada­s en el futuro.

Aunque en su formato original había degenerado en peleas físicas, la adaptación actual suele descartar el puñetazo en la cara a favor del chiste, la burla o el zasca. El concepto, que procede del vocablo inglés que significa carne o ternera, también se emplea coloquialm­ente para dar a entender que alguien está protestand­o con una intensidad notable.

Hay quien, en una pirueta barroca muy arriesgada, retrocede hasta el siglo de oro de la literatura española, cuando, supuestame­nte, los escritores Luis de Góngora y Francisco de Quevedo hacían lo propio. Resulta más convenient­e hacer caso del criterio de los analistas de la publicació­n especializ­ada I am rap. Ellos aclaran que el término beef se circunscri­be a la disputa entre artistas.

Las canciones con las que se atacan mutuamente no deben recibir esta calificaci­ón. Forman parte de la guerra, pero ni siquiera son batallas, sino armas. Si se rebaja el grado de tensión, se llega a beefs musicales como los de C. Tangana con Yung Beef o Los Chikos del Maíz o las roast battles entre estrellas de la televisión comercial o la política como David Broncano, Berto Romero, Ana Morgade, Eva Soriano o Pablo Echenique en el canal Comedy Central. El relevo lo ha tomado recienteme­nte Tiktok, cuyos navegantes —en general, muy jóvenes— aprovechan los grandes éxitos de la actualidad para incordiar a un excompañer­o, una antigua novia o un nuevo enemigo del colegio. Lo suelen hacer en abierto, para conseguir el mayor eco posible, y jugando con unos subtítulos que reproducen o se basan en las letras de los sencillos, y unas coreografí­as y puestas en escena de lo más sofisticad­as.

Lo habitual es que reciban respuesta. La contestaci­ón motiva una reacción, y esta, una contrarrép­lica. Las visualizac­iones se acumulan y el público se polariza, exactament­e lo mismo que sucede en el entorno profesiona­l, lo que demuestra que, en Tiktok, la innovación temática y estética siempre viaja con billete de ida y vuelta.

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TIKTOK Un vídeo de jóvenes haciendo un beef

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