La Vanguardia

Este campeón no es fácil

“Nos ha estado torturando, pero aquí seguimos”, bromea el técnico de Djokovic

- Sergio Heredia PA"#N

En la Philippe Chatrier, mientras Novak Djokovic se retrata sobre la arcilla junto a su mujer (Jelena) y sus dos hijos, Stefan y Tara, Goran Ivanisevic ocupa su pupitre en el vientre del recinto, escucha la primera pregunta de la prensa, se lleva la mano a la frente y, entre risas, se confiesa:

–Djokovic nos ha estado atando a la silla con las esposas durante tres días. No es un tipo fácil, digámoslo así. Y menos cuando las cosas no van por el camino que él busca –dice el técnico del serbio.

–Tras el título (tercero en París, el 23.º grande de su carrera, más que ningún otro tenista masculino), Djokovic le pidió perdón a usted y al resto del equipo por haberles torturado –se le comenta.

–Es cierto, nos ha estado torturando, nos ha arrancado las uñas. Nos ha hecho muchas otras cosas que no les puedo contar. Pero seguimos vivos. Mi corazón aún está bien. Soy un hombre viejo, tengo que cuidar de mi corazón.

(Ivanisevic tiene 51 años y un título en Wimbledon, en el 2001).

Realidad y delirio se trufan en el discurso de Ivanisevic, suerte de alter ego de Djokovic, tipo contradict­orio, así es el ser humano.

Ya es infinita la lista de despropósi­tos del serbio, el tenista que ha recuperado el liderato mundial (se lo ha arrebatado a Carlos Alcaraz; según Ivanisevic, Alcaraz es “el próximo tenista increíble”).

Djokovic le ha lanzado un pelotazo a una juez de línea.

Ha esbozado un desacertad­o mensaje en una cámara de televisión (“Kosovo es el corazón de Serbia”).

Ante un Alcaraz renqueante e inerme por culpa de sus calambres musculares, ha celebrado cada punto como si no hubiera un mañana.

Ha organizado un torneo de tenis saltándose todos los protocolos de seguridad anticovid.

Se ha enfrentado al mundo de la ciencia al negarse a vacunarse para disputar el Open de Australia...

Y cuando le preguntan por los abucheos que recibe en Roland Garros, Djokovic contesta: –Me da igual. Yo sigo ganando. Y sin embargo, todavía pide que le quieran.

Tal y como escribió Sebastián Fest en Sin Red (Debate), “Djokovic es ese tipo que ha llegado tarde a una fiesta y aun así quiere servir copas, bebérselas, poner la música, bailar, agradecerl­es a todos su presencia, llevarse a las chicas y apagar la luz al salir”.

Para que le quieran, Djokovic se arrodilla en Wimbledon y mastica la hierba de la pista central. Y saluda a los cuatro vientos, levantando los brazos, tras haberse adjudicado una nueva victoria.

(...)

Pero en la quietud de la noche, cuando ya todo ha acabado y se sienta ante la prensa, con sus dos hijos contemplan­do la escena, entonces se relaja y se explaya y nos comparte su historia.

(Este relajado padre de familia no tiene nada que ver con el volcán que, en ocasiones, irrumpe en la pista).

–Mi crecimient­o fue posiblemen­te distinto al de la mayoría de tenistas de mi generación. En los 90, cuando tenía cuatro años, viví un par de guerras. Serbia estaba bajo embargo. Me perdí muchos torneos de categoría júnior. Habla de adversidad y retos. De una familia de limitados recursos económicos que, aun así, se esfuerza por cumplir los sueños del pequeño Nole.

–En nuestro entorno, el 95% de las personas se reía de nosotros. Nos decían: ‘¿Por qué gastáis tanto dinero en un deporte tan caro?’. Y encima, salíamos de un país sin tradición tenística. Pero encontré gente que me ayudó.

Habla de Jelena Gencic, su “madre tenística”.

–Murió hace diez años, fue mi verdadera mentora. Trabajó de la mano de mis padres, que le dieron espacio y permiso para invertir mucho tiempo en mí. Yo solía ir a su casa. Ella moldeó mi mente como ser humano y como profesiona­l. Yo tenía siete u ocho años y ella me ponía vídeos de los mejores jugadores, hombres y mujeres. Y yo aprendía de sus golpes, todos diferentes según la superficie. Y también me enseñó la importanci­a de relajarme escuchando música clásica o leyendo poesía, cantando, respirando consciente­mente...

Y también habla de sus padres. –Mi madre ha sido una roca que ha mantenido unida a la familia y mi padre, alguien que me ha inspirado el pensamient­o positivo, la pasión por buscar aquello que nadie ha conseguido.

Y también habla de Niki Pilic: –Si Jelena fue mi madre tenística, Pilic fue mi padre. Ya tiene más de ochenta años y todavía pasa muchas horas en las pistas de Croacia, entrenando a muchachos.

Si le preguntan a Ivanisevic, el hombre levanta el dedo.

–Lo hemos pasado mal en las últimas semanas. Montecarlo, Banja Luka, Roma... este último torneo nos salió algo mejor. En general, aquellas competicio­nes no nos habían salido nada bien. Pero al llegar a París, entonces se activó el software que Novak lleva en el cerebro. Y como Roddick dijo en una ocasión: “A partir de ahí, te toma las piernas, luego te toma el alma, entonces cava tu tumba y estás muerto y tienes un funeral. Adiós. Gracias por venir”.c

Estábamos mal, pero al llegar a París se activó el software que Novak lleva en el cerebro”

Técnico de goaar ícoroaic

El 95% de las personas se reía de mi familia. Nos decían: ‘¿Por qué gastáis tanto en tenis?’”

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Thibault Caqus / Lapresse Djokovic, con la torre Eiffel de fondo, sostiene y besa el trofeo que le acredita como ganador de Roland Garros
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