Erdogan pide en Riad que se investigue si Israel tiene arsenal nuclear
embargo, Hizbulah intercambia golpes con Israel sin ascender un peldaño más en la escalada regional. Por si acaso, el ministro de Defensa israelí Yoav Gallant advirtió, en una visita a las tropas del norte, que “lo que hacemos en Gaza, sabemos cómo hacerlo en Beirut”.
Finalmente, el líder Nasralah, el gran peón en la zona de Irán, apuntó a dirigir la presión de todo tipo no tanto a Israel como a Estados Unidos, consciente de la dificultad que atraviesa la Administración Biden para apoyar a Israel.
El otro foco exterior de apoyo a los palestinos se produjo en una inusual cumbre conjunta de la Organización Islámica y la Liga Árabe, dos foros de espíritu inoperante pero muy vistosos, celebrada en Riad bajo la dirección del príncipe heredero, Mohamed bin Salman, un total de 57 países.
La cumbre concluyó con la petición de “un alto el fuego inmediato” previo a cualquier otro asunto de negociación y apelar a los tribunales internacionales para que investiguen “los crímenes de guerra y contra la humanidad de Israel”. Más allá de estas peticiones, los reunidos se mostraron muy críticos con la guerra y “las dos varas de medir” de la comunidad occidental, según el príncipe heredero saudí, ya rehabilitado por ese mismo Occidente tras la eliminación de un disidente en el consulado de Estambul.
El presidente de Irán, Ebrahim Raisi, selló con su viaje a Riad el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Arabia Saudí, rotas en el 2016, una reconciliación posible gracias a la mediación de Pekín, todo un hito que marca el desembarco chino en una región minada. Raisi se mostró partidario de armar a Hamas. Por su parte, el presidente turco Erdogan, muy duro estas semanas con Israel, mencionó una de las claves de los delicados equilibrios de Oriente Medio. “Las armas nucleares, reconocidas por ministros israelíes, deben ser investigadas y, si han escapado al control internacional, deberían ser reveladas”, señaló.