Las palabras y los hechos
La relación entre las palabras y los hechos, asunto siempre pedregoso en la política, adquirirá mucha importancia en la actual crisis política de España.
Las palabras y los hechos. La eterna dialéctica entre enunciado y acción será muy importante en la legislatura que ahora empieza, con un ruido atronador en Madrid DF.
El sismógrafo de la calle María de Molina, donde se halla la redacción de La Vanguardia en la capital de España, ha registrado cuatro grandes temblores en los últimos veinte años. El más fuerte y peligroso tuvo lugar durante la semana trágica del 11 de marzo del 2004. Las tensiones políticas que hemos vivido durante esos últimos veinte años en muy buena medida se originaron en aquel momento. En un principio fue la mentira. Dos décadas después, el debate sigue girando sobre la verdad y la mentira.
La aguja se volvió a disparar, y de qué manera, con la aprobación del nuevo Estatut en el Parlament de Catalunya, en septiembre del 2005. Doce años después, en octubre del 2017, hubo otra fuerte sacudida con continuas réplicas que duraron semanas y llenaron de banderas los balcones. La cuarta sacudida se está produciendo ahora.
Podemos certificar que el sismógrafo no registró tanta agitación cuando se aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo (2005); cuando se produjo la negociación para el final de ETA, con aquel escalofriante atentado en el aparcamiento de la T4 de Barajas (2006) ni tampoco con ocasión de la acampada del 15-M en la Puerta del Sol (2011). Un cambio importante en las reglas sociales, la tensa negociación con una organización terrorista en fase terminal y un fuerte brote de descontento social como consecuencia de la última crisis económica no han agitado tanto los ánimos en Madrid DF –en el Madrid de arriba, en el Madrid que manda y opina–, como la cuestión catalana. Estos son los hechos y luego vienen las palabras.
“El margen para las declaraciones de los que realmente se oponen a esta indignidad está ya más que agotado. Ya solo cabe juzgar hechos, no palabras”. Así se expresa el último comunicado de la fundación FAES sobre la amnistía catalana. Hay que pasar de las palabras a los hechos. ¿A qué hechos? El manifiesto del PP para las concentraciones que hoy tendrán lugar frente a los ayuntamientos de toda España rezuma filosofía FAES. Apura el lenguaje hasta el límite de la banda derecha en busca de aquellos votantes de Vox que se han manifestado esta semana ante la sede socialista de la calle Ferraz de Madrid y no se han puesto a gritar “¡Borbones a los tiburones!” (consigna coreada por no pocos de los concentrados).
José María Aznar se ha puesto al mando. Sus esquemas son claros. Cree que la amnistía será la guerra de Irak de Pedro Sánchez.
Nunca se ha olvidado del 2004. El arriesgado paso dado ahora por Sánchez podría permitir al PP la reagrupación de todo el electorado que se le escapó desde el 2015.
La amnistía amnistía al PP de todos sus pecados y permite al sistema mediático convertir en anécdota un hecho tan significativo como la solicitud de Jorge Fernández Díaz de que su partido se siente también en el banquillo de los acusados por el caso Kitchen. Un exministro del Interior señalando a su partido por la presunta utilización de la Policía y de los fondos reservados del Estado para taponar un escándalo de financiación ilegal. En Portugal, donde hilan fino y el primer ministro António Costa acaba de dimitir porque está siendo investigado por corrupción, el caso Kitchen sería considerado un escándalo de primera magnitud. La asunción de responsabilidades habría llegado más arriba. En España, las palabras ya no se refieren a esos hechos.
Las palabras y los votos. El CIS señala un crecimiento del PP a costa de Vox, sin derrumbe del PSOE, en pleno debate sobre la amnistía. Es interesante constatar como el CIS vuelve a ser el principal punto de referencia demoscópico después del fracaso de las empresas privadas el 23 de julio. En plena vorágine, el PSOE se mantendría en la cota de los 120 diputados. Elevando el tono, el PP resta espacio a Vox. La cuestión es por cuánto tiempo puede mantener esa dinámica sin ser devorado por ella. Protesta o alzamiento. La batalla contra la amnistía será larga.
Las palabras y las balas. Habrá que seguir con atención la investigación policial sobre los sicarios que el pasado jueves intentaron matar a Alejo Vidal-quadras en Madrid mientras se daba a conocer el pacto de investidura.
Las palabras y las bases. El grupo dirigente de Podemos ha pedido a sus afiliados que voten sí a la investidura de Sánchez, pese a su enfado con el PSOE y Sumar. El resultados de la consulta se conocerá el miércoles. En la última consulta de los morados participaron unas 27.000 personas, cifra apreciable. El Podemos de la fase uno abrió brecha en el 2015 y ahora se sienten marginados por la izquierda de orden. El grupo dirigente barrunta presentarse en solitario a las elecciones europeas de junio del 2024 para reafirmarse como ala izquierda del Parlamento. En la fase aguda del nudo España, un torpedo de Podemos a la investidura sería un acontecimiento atómico y lisérgico.
El momento Magariños (fundación de Sumar sin Podemos el 2 de abril del 2023) fue un error y sus consecuencias aún no han finalizado. El pilar izquierdo será uno de los puntos débiles de una legislatura en la que será muy importante la relación entre los hechos y las palabras.
Aznar traza líneas y ve posible la revancha por la derrota del 2004
Los afiliados de Podemos votan sobre la investidura; hay enfado