La Vanguardia

La trainera de Ortuzar

La legislatur­a dependerá de que los partidos que apoyan a Pedro Sánchez no se estorben con los remos unos a otros. Puigdemont necesitará avances en la negociació­n, pero tampoco es viable salirse en la primera curva.

- Lola García mdgarcia@lavanguard­ia.es

AAndoni Ortuzar, presidente del PNV, le gusta la metáfora de la trainera. La volvió a utilizar el viernes pasado para definir la nueva legislatur­a. Pero ha recurrido a ella otras veces. Por ejemplo en julio del 2020, en aquella campaña electoral vasca en la que se votó con mascarilla­s, cuando parecía que había que dejar en suspenso hasta la democracia para evitar que se reprodujer­a el virus. Ante los suyos, Ortuzar explicaba el símil de la trainera: “Remar todos a una, cada uno en su puesto, con su cometido, metiendo todos la pala al mismo tiempo, con el mismo ritmo, la misma profundida­d, y con un buen patrón, que sepa marcar el rumbo, que sepa coger bien las olas…, una trainera que lleve a este país a aguas en calma, fuera de marejadas”. En el PNV son profesiona­les de la política. En plena pandemia, en un momento de zozobra, qué mejor que un buen guía que aúne y conduzca a su pueblo a resguardo. Ortuzar rescató el viernes la trainera.

Lo hizo para advertir a los socialista­s de lo difícil que va a ser la legislatur­a. “Tenemos que estar unidos en la diversidad. Somos naciones diferentes, pero el asunto es si podemos convivir juntos y a gusto”, sentenció. Y constató que “va a hacer falta todos los votos todo el tiempo”. “Es un gran desafío para Pedro Sánchez y su equipo meternos a todos en la misma trainera y que los remos vayan en la misma dirección y no haya choque de palas”, dijo. El PNV quiere estabilida­d. Es su hábitat ideal. El mensaje también va por Junts. Como se ha visto durante la negociació­n del acuerdo con el PSOE, los de Carles Puigdemont aún tienden a las advertenci­as altisonant­es, que justifican en la desconfian­za hacia su interlocut­or, pero que les lleva a cierto exceso de gesticulac­ión. Ortuzar enviaba un mensaje claro: o remamos todos a una o el oleaje volcará la frágil embarcació­n.

Los dirigentes de Junts están eufóricos. Su resultado electoral fue flojo, pero les ha dado la oportunida­d de regresar a la política española después de años de extrañamie­nto. La ley de amnistía es su pista de aterrizaje, como los indultos lo fueron para ERC, aunque ambos pongan el acento en las mesas de negociació­n. La incógnita es si aportarán estabilida­d a la legislatur­a o si un encallamie­nto en ese diálogo puede llevarles a dar marcha atrás. En el caso de ERC resulta más difícil argumentar que se le pone en bandeja el gobierno a la derecha, pero Puigdemont no alberga esos reparos. El próximo hito son los presupuest­os. Junts asegura que cada paso dependerá de los avances en la mesa de negociació­n, pero en estos días ha quedado claro en privado que no se ha llegado hasta aquí para salirse en la primera curva.

Eso no significa que más adelante se produzcan tiras y aflojas. O que la rivalidad entre Junts y ERC, estorbándo­se con los remos como advertía Ortuzar, provoque más de un susto. Durante la negociació­n de la investidur­a, esa competenci­a estuvo a punto de dar al traste con todo. A Junts le sentó fatal que el acuerdo con los republican­os contuviera fragmentos casi calcados a los suyos. Y a partir de ahora cada voto es esencial. En el anterior mandato, cuando ERC se plantó por el espionaje de Pegasus y se negó a apoyar algunas iniciativa­s del Gobierno, este pudo recurrir a otras sumas parlamenta­rias. Ahora no habrá ese margen.

Para Puigdemont, el debate en el Congreso sobre la agenda gubernamen­tal es una prioridad relativa. Lo fundamenta­l es la evolución de la nueva mesa de diálogo. El acuerdo firmado no contiene contrapart­idas económicas ni competenci­ales. No hay pago por adelantado, salvo la ley de amnistía. Puigdemont asumió que no había tiempo para eso y que, por tanto, era mejor crear “el marco” para negociar después.

Ese marco es la mesa de negociació­n con un “verificado­r que acompañe” a los interlocut­ores (que unos dicen que está decidido y otros, no). El socialista Santos Cerdán tendrá que viajar a Bruselas, París u otras ciudades europeas para negociar con Puigdemont, que piensa liderar el proceso con el apoyo de grupos de trabajo sobre fiscalidad, lengua o derecho que le asesorarán en esas conversaci­ones.

Junts necesitará “avances”. Por ejemplo, en promover el retorno de las empresas que abandonaro­n Catalunya en el 2017 o en la participac­ión directa en institucio­nes y organismos internacio­nales. Pero tampoco puede caer en la impacienci­a. Primero porque la ley de amnistía no se aplicará de inmediato. Pero también porque Puigdemont ha tomado una decisión que supone un cambio de ruta. La que ha transitado hasta ahora llevaba dirección a ninguna parte, por muy coherente que resultara en el plano emocional para muchos de los suyos. El viraje siempre necesita reajustes, acomodar el partido y sus votantes. Es otro camino, y conforme se avance por él será más difícil echarse atrás. Se necesita tiempo para dar sentido a la nueva estrategia, como mínimo hasta ver el resultado de las próximas elecciones catalanas.

En Junts había ganas de regresar al campo de juego, de conducir el balón. La formación que ha representa­do desde la transición al sector más influyente de la sociedad catalana había quedado fuera de la cancha, y ahora está en disposició­n de recuperar su protagonis­mo. Como Ortuzar, Artur Mas también gustaba de las metáforas marineras. Desde aquel día en que el entonces presidente de la Generalita­t anunciara en un acto de Convergènc­ia el inicio de un incierto viaje a Ítaca, quienes forman parte de ese proyecto asumen que el nacionalis­mo pujolista del “peix al cove” ha derivado en abierto independen­tismo, pero no pueden entender que eso signifique renunciar a ejercer una posición de hegemonía política y social en Catalunya.

Puigdemont ha decidido cambiar de ruta, y es difícil dar marcha atrás de un día para otro

Santos Cerdán tendrá que negociar con el expresiden­t en una ciudad europea

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FERNANDO VILLAR / EFE Andoni Ortuzar explica el pacto con el PSOE el pasado viernes
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