Un pacto que peligró dos veces
Así se fraguó el acuerdo entre el PSOE y Junts que permitirá la reelección de Pedro Sánchez
Santos Cerdán, secretario de organización del PSOE y persona de la máxima confianza de Pedro Sánchez, y Jordi Turull, secretario general de Junts, firmaron el pacto de investidura la madrugada del miércoles al jueves en el hotel en que se alojaba la delegación de Ferraz, el Sofitel de Bruselas. A diferencia de lo que sucedió una semana antes, con el pacto del PSOE y ERC, no hubo foto oficial de la rúbrica – sin logos– porque Jxcat consideró que no era el momento. Ya lo habrá más adelante, si la negociación que ahora se abre entre ambos espacios prospera, dicen.
El pacto llegó una semana más tarde de lo esperado. El jueves de la semana anterior la cúpula de Jxcat se desplazó a Bruselas, igual que Cerdán, para una rúbrica que no llegó, el mismo día en que los republicanos firmaron su acuerdo. Unos días antes, el lunes 30 de octubre, se consideró que ya no había marcha atrás y se produjo la reunión de Cerdán y Carles Puigdemont que fue fotografiada, una imagen que reconocía al expresident como interlocutor, tal y como él y Junts demandaban después de años de desaires hacia su figura por parte de los socialistas y de sucesivos desencuentros. Antes de ello, hasta en dos ocasiones peligró la entente, aunque no fue el caso en la última semana.
Una de las veces en que a punto estuvo todo de irse al traste tuvo que ver con el redactado de los antecedentes, una parte fundamental para Junts porque señala que el inicio del conflicto es 1714. Tras un primer borrador que los socialistas no vieron con malos ojos, remitieron su propuesta, con un relato posterior a la dictadura, alusiones a la convivencia y dejando de lado el referéndum del 1-O del 2017. “No hay nada que hacer”, pensaron en Jxcat. Aunque luego se recondujeron los contactos.
La negociación arrancó tras la constitución del Congreso al considerar Junts que se cumplía lo prometido por el PSOE
Cerdán contactó con Turull a través del PNV, antes del 23-J, y su “buena sintonía” fue clave para la entente
La otra vez fue el 12 de octubre. En los actos de la festividad española se publicó un teletipo que citaba fuentes del Gobierno central, en las que se conminaba a Puigdemont a renunciar a la unilateralidad como condición para el acuerdo. Aquello provocó el enojo de Jxcat, que al día siguiente tenía que verse con Sánchez en el Congreso en el marco de su ronda de contactos con los grupos. Cerdán estaba en aquella reunión y después se añadió el ministro Félix Bolaños. “Estamos lejos”, dijo entonces Míriam Nogueras.
Superados esos dos momentos, el pacto no corrió peligro, pero sí se demoró una semana más de lo previsto, por el redactado de la ley de la amnistía, que el viernes pasado aún se revisaba para garantizar que esté blindada ante la interpretación de los jueces y conseguir que nadie quede fuera. Las impulas taciones de la Audiencia Nacional por las protestas de octubre del 2019 de Tsunami Democràtic hicieron saltar todas las alarmas y obligaron a revisar el texto.
No se olvida la causa especial del procés en el Tribunal Supremo, pero hay otras piezas con tipos penales que no han sido recurrentes en las causas que atañen al independentismo, como el delito de usurpación de función pública que aparece en al causa de los síndicos del referéndum del 1-O.
Las negociaciones de Jxcat estuvieron a cargo de un reducido núcleo encabezado por Puigdemont. También la líder del partido en Madrid, Nogueras, participó de forma activa, igual que Turull y el abogado del expresident, Gonzalo Boye, que junto a una persona de confianza de Bolaños negoció y confeccionó la ley de amnistía, en la vertiente jurídica. En el trabajo de investigación previo detectaron 52 amnistías aprobadas en Europa, no solo en momentos de cambio de régimen.
Por parte del PSOE los interlocutores fueron Cerdán y Bolaños, con quien hubo conversaciones telefónicas, por videoconferencia y en persona en Barcelona.
Los dos equipos regresaron a la capital belga el domingo de la semana pasada, y no volvieron a sus domicilios hasta el jueves por la noche, con los deberes hechos y algo de ropa nueva, puesto que no esperaban quedarse allí tantos días. De hecho, algunos se habían hecho la maleta para un solo día.
La relación de Jxcat con el navarro Cerdán es previa a las elecciones del 23 de julio. Los socialistas sospechaban que necesitarían alforjas más amplias para la nueva legislatura y quisieron tantear el terreno y conocer de primera mano al líder de la formación, Turull. El PNV, que retomó su relación con Junts tras unos años en que en el plano político –no personal– se enfrió, hizo de carabina.
Cerdán había negociado de forma habitual con los jeltzales y con EH Bildu. De hecho, él fue quien convenció al PNV para apoyar la moción de censura que derribó a Mariano Rajoy y llevó a Sánchez a la Moncloa. Con los abertzales acordó el traslado de los presos de ETA a las cárceles vascas.
Tras el pacto para la Mesa del Congreso y la elección de Francina Armengol como presidenta, Jxcat decidió explorar con absoluta discreción la entente con los socialistas, pese a que en la campaña renegaron del PSOE. Hoy dicen mantener la desconfianza, pero añaden que con el mecanismo pactado de negociación, con mediación incluida, se cumple lo que ellos demandaban. Y han comprobado que la palabra de Cerdán, de momento, se cumple.
El fútbol también estuvo presente en la negociación. Hubo un partido entre el Osasuna y el Girona, que acabó con la victoria de los catalanes ante los navarros. Los equipos de Cerdán y de Puigdemont se intercambiaron mensajes. Turull, que es del Espanyol, hizo alguna broma sobre complicaciones en el clima negociador.
Pero para allanar el camino y alcanzar el acuerdo final, no obstante, fue determinante la conexión personal labrada entre Cerdán y Turull. Así lo percibieron otros miembros de los equipos negociadores: “Tenían buena sintonía y confianza”.c