La Vanguardia

Hachikō, un perro inmortal

- Sílvia Colomé

Una vez fueron lobos. en la prehistori­a, cuando todo empezó. el hecho es que llevan entre 20.000 y 40.000 años conviviend­o con nosotros, los humanos, entregándo­se en cuerpo y alma. Y dándonos lecciones de una humanidad que, en teoría, debería formar parte de nuestro ADN y no el de ellos. Humanidad canina, podríamos llamarla. es el caso del perro o, si se prefiere, del canis lupus familiaris al que va dedicada esta columna debido al centenario de su nacimiento. Todo un símbolo de lealtad cuya historia nos sigue conmoviend­o. Pero hay más. muchas más. Porque estos animales nos acompañan desde tiempos remotos. Heródoto cuenta que los persas ya los protegían y que el amor por los perros llegaba al extremo de que los antiguos egipcios, en señal de duelo, se rapaban la cabeza cuando fallecía su can querido. incluso conocemos el nombre de uno de ellos, de los más antiguos que se conservan, Abuwtiyuw. murió hace unos 4.300 años y fue enterrado con todos los honores por un faraón. Ya en la antigüedad los perros y sus fieles conductas formaron parte de nuestra creación literaria. es el caso, por ejemplo, del famoso Argos de Ulises, el único ser vivo que lo reconoció cuando por fin llegó a Ítaca. viejo y enfermo, llevaba veinte años esperando su regreso para poder morir en paz, como así sucedió.

Pero a lo que íbamos. esta semana se cumple un siglo del nacimiento de Hachikō, el perro de la raza akita que cada día acompañaba a su humano a la estación de tren y allí permanecía hasta su regreso. incluso tras su muerte. Hachikō estuvo diez años aguardando en vano su retorno. Solo su propia muerte puso fin a la espera. esta historia se popularizó aquí gracias a la película protagoniz­ada por richard gere Siempre a tu lado. Pero en Japón ya era conocida incluso en vida de Hachikō, que estuvo presente en la inauguraci­ón de su propia estatua. Ahora bien, la condición humana es la que es. Y no solo el monumento se fundió para que su bronce sirviera de alimento a la maquinaria de guerra de la ii guerra mundial; sino que el homenaje, realizado en tiempos de totalitari­smos, simbolizó la obediencia del pueblo japonés a su emperador. eso sí, tras la contienda y sin emperador de por medio, se inauguró una nueva estatua. Y allí sigue. Hachikō, el símbolo, nos aguarda convertido en el perro de todos.c

Abuwtiyuw, que murió hace unos 4.300 años, es uno de los canes más antiguos que se conocen

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