La Vanguardia

¡Sálvese quién pueda!

- Víctor-m. Amela

La fauna de Sálvame triunfó (Telecinco) gracias a su sistema nervioso primario, o sea, a su incontinen­cia emocional, o sea, a su incapacida­d para contener el efusivo chorro de sus emociones, o sea, por su alta capacidad para derramarse por encima todo lo que sienten por dentro, sin filtros ni barreras, sean risas o lágrimas, sea envidia, ira, pereza, gula o lujuria.

Prescindió Telecinco de estas personas por no sé que ensoñacion­es empresaria­les, informativ­as, políticas. Y los jubilados de Sálveme han sabido hacer de la necesidad virtud (alguien inteligent­e les guía: David Valldepera­s) yéndose a Miami para urdir otro de sus teatrillos en los que realidad y ficción se confunden, para regocijo general. El público sonríe, que es lo que importa (el que iba al Molino no sabía si la molinera jugaba con él o si le deseaba de verdad, pero él regresaba). Sucede tal cuál con ¡Sálvese quien

pueda! (Netflix), formato estrenado esta semana. Esto de ¡Sálvese quien pueda! es un Sálvame itinerante: cómicos de la legua son ahora Kiko Matamoros, Kiko Hernández, Chelo García Cortés, Lydia Lozano, Terelu Campos y Víctor Sandoval. Dejan atrás su viejo plató para pasearse por los mall y playas de Miami... y también por programas de su televisión latina: se trata, de nuevo, de ponerlos a rivalizar entre ellos, a discutir como sólo discuten los hermanos, a ver a quién fichan y a quién no.

Está claro que es una chanza, una distracció­n en sus vidas para entretener a su público, pero... cada uno está pensando “¿y si me contratan aquí y me cambia la vida?”, y ahí está el encanto: entre broma y broma, la verdad asoma. Y la única verdad es que los de ¡Sálvese quién pueda! hacen de sus vidas su trabajo, de sus emociones su materia prima. Alguien que sabía mucho de televisión me desveló este secreto: “en televisión, la clave es que te interprete­s bien a ti mismo”. Los de ¡Sálvese quien

pueda! saben que deben interpreta­rse bien a sí mismos, y por eso se toman muy en serio lo de no tomarse en serio... pero a veces se olvidan de que están actuando, y entonces sencillame­nte son lo que son. Y todos reímos, a la vez de lo que interpreta­n, de lo que creen ser y de lo que son. En Sálvese quién

pueda –tras los tres capítulos en Miami vendrán otros en México, y en otros lugares de la inacabable América española– todo es un colosal cachondeo, y ahí está la gracia. – @amelanovel­a

Los de Sálvame, ahora cómicos itinerante­s, han hecho de sus emociones su materia prima, de sus propias vidas su trabajo

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