Las calles de Madrid siempre serán nuestras
“La movilización política de la derecha de estos días no espontánea es un amotinamiento forzado usando las redes sociales que se puede mirar como una versión descafeinada de la violencia que protagonizaban en los años treinta la CEDA y la Falange”, asegura el analista político Josep Burgaya. “Más que buscar referentes en el pasado de España, sin embargo, la derecha histérica reproduce los modelos de las hordas de Trump en el Capitolio y de Bolsonaro en Brasilia”.
El uso de las redes como elemento movilizador, en cambio, sí que tiene precedentes. El 15 de mayo del 2011 evidenciaron su poder y el de Madrid para catalizar e irradiar malestar al resto de España. La acampada en la Puerta del Sol generó el movimiento del 15-, la primera gran protesta que promovieron Facebook y Twitter en el Estado. Desde entonces, las redes son indispensables para convocar el descontento. Al margen de las manifestaciones independentistas del 2012 en adelante, el 20 de septiembre del 2017 se manifestó su alcance reuniendo al separatismo ante el Departament d’economia intervenido por la Guardia Civil. ¿Tumulto? ¿Concentración pacífica? Dos años después, el independentismo volvió a tomar la calle con los disturbios en la plaza Urquinaona, los cortes de carreteras o la invasión de El Prat como respuesta a la sentencia de octubre del 2019. En tres meses, más de un millar de personas, entre manifestantes y policía, resultaron heridas en Catalunya. “Los ciudadanos acomodados que se reúnen estos días frente a Ferraz recuerdan a los que se divertían en las noches barcelonesas quemando contenedores, dándose un capricho revolucionario. No deja de sorprender que se pueda gritar ‘Libertad’ y ‘Viva Franco’ en una misma frase”, sostiene Burgaya. Para el profesor de la UOC Jaume Claret, “es como si el proceso madrileño fuera un lustro tarde con respecto al catalán, los disturbios tienen un componente importante de lucha interna de las derechas y de escape de la frustración”. En el proceso, el independentismo popularizó el lema “els carrers seran sempre nostres”. Ahora que los grupos de acción independentistas hibernan, el historiador David Martínez Fiol dice que “es eso lo que los manifestantes pretenden estos días en Madrid, sobre todo los grupos de ultraderecha: dejar claro a quién pertenece la calle. Solo les falta decirlo en castellano”.