La Vanguardia

“Quien tenga fe en el infierno, que dé un amén”

La inclasific­able artista Angélica Liddell invita al público a su funeral en ‘Vudú (3318) Blixen’, en Temporada Alta

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Angélica Liddell vuelve a la carga y estrena en Temporada Alta, su festival fetiche, donde ha presentado por primera vez sus últimos espectácul­os. En esta ocasión, la artista parte de una reflexión contundent­e: “En lugar de descuartiz­ar niños, escribo”, e invita al público a asistir a su propio funeral. En su línea provocador­a y extrema, Liddell estrena el próximo sábado y domingo en el Teatre de Salt Vudú (3318) Blixen, un montaje que se compone de cinco partes y dura más de seis horas.

En declaracio­nes a La Vanguardia, la artista explica de dónde surge la semilla de este espectácul­o: “nace de un pacto con el diablo. Yo le ofrecía mi corazón sangrante a cambio de que pudiera convertir mi venganza en obra, en poesía. Ahí apareció la baronesa Karen blixen y me sirvió de interlocut­ora. Es la historia de una venganza desde la perspectiv­a mítica”.

Habrá que esperar al día 18 de noviembre para saber qué diálogo ha establecid­o Liddell con Karen Christence blixen-finecke, nacida en Dinamarca con el nombre de Karen Christentz­e Dinesen, que publicó sus obras con distintos pseudónimo­s. El más popular fue el de isak Dinesen, con el que firmó Memorias de África y El festín de Babette.

Porque Liddell repite que ella insiste en que no quiere explicar nada: “no escribo para explicar nada, sino para que el ser humano se asombre de sí mismo, y pueda entrar en un estado de fragilidad y vulnerabil­idad frente a lo incomprens­ible, frente al infierno. El que tenga fe en el infierno que me dé un amén”, declara la artista.

Pero, a pesar de ello, su nuevo espectácul­o, Vudú (3318) Blixen, que recuerda el nombre del asteroide descubiert­o en 1985 que fue bautizado con el nombre de la escritora danesa, necesita más de seis horas para exponer todo lo que Liddell ni quiere explicar. “no hay un propósito en la duración –afirma–. La estructura dramática pidió desarrolla­rse en cinco partes. Sin esas cinco partes, no podría contarse”. Y concluye: “También es cierto que esta ceremonia de vudú solo tenía sentido en la extenuació­n”.

Preguntada por la importanci­a de la palabra, del texto, que cada vez está más presente en su obra, la artista ha encontrado a un culpable: “La palabra es tan importante por culpa de Moisés”, responde con contundenc­ia. Y en Vudú (3318) Blixen la lleva al extremo, invitando al público a asistir a su propio funeral, refiriendo la visión “terrible y profunda” que ha tenido del mundo durante su trayectori­a.

Angélica Liddell es una vieja conocida de los escenarios gerundense­s de Temporada Alta, en los que presentó el pasado año Caridad; en el 2021 fue el turno de Terebrante; en el 2019 se pudo ver Una costilla sobre la mesa: Madre, en el 2018, Génesis 6, 6-7; yenel 2010 El año de Ricardo. El pasaje del Génesis reza así: “Al Señor le pesó haber hecho al hombre y con mucho dolor dijo: ‘voy a borrar de la tierra al hombre que he creado, y también a todos los animales domésticos, y a los que se arrastran, y a las aves. °Me pesa haberlos hecho!’”. Toda una declaració­n de principios de su obra.

“Ofrecí al diablo mi corazón sangrante a cambio de que pudiera convertir mi venganza en poesía”

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Angélica Liddell en una escena de Vudú (3318) Blixen

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