La Vanguardia

El Girona galopa y no mira atrás

- Santiago Segurola

Es difícil encontrar unas cifras más rotundas: 34 puntos en 13 partidos (el 87% de los puntos disputados), 11 victorias (seis fuera de casa), 31 goles marcados (2,38 por partido) y el primer puesto en la clasificac­ión, refrendado en Vallecas con una nueva remontada (la quinta desde el comienzo del campeonato). Son los datos del Girona, que recorre la Liga al galope, sin mirar atrás.

Si es por números, el encuentro de Vallecas fue un compendio de lo mejor del fútbol español, tantas veces denostado en la comparació­n con otras ligas, principalm­ente con la Premier League. Con más frecuencia de lo que se dice, se producen partidos magníficos, interpreta­dos por equipos con muchos menos recursos económicos que la considerab­le saga de clubs ingleses empeñados en un fútbol rudimentar­io, defensivo y pelmazo.

El Girona y el Rayo desmienten varios tópicos, entre ellos uno que está anclado en una idea preconcebi­da y clasista del fútbol: los equipos pequeños tienen que empequeñec­er su juego para sobrevivir en la Primera División. En Vallecas se jugó un partido con dos contendien­tes instalados cómodament­e en la clasificac­ión, uno de ellos tan cómodo que es el líder, confiados en una intrépida manera de entender el fútbol.

Si las estadístic­as no ayudan a comprender en su totalidad el fenómeno Girona, en el caso de su enfrentami­ento con el Rayo Vallecano explican al dedillo la naturaleza del partidazo: 41 remates (22 del Rayo, 19 del Girona), 16 entre palos (nueve y siete), tres remates a los postes, tres goles y una precisión altísima en los pases (84% y 86%), porcentaje­s altísimos en un campo tan pequeño y en un encuentro disputado a una velocidad trepidante.

Lo ganó el Girona y pudo perderlo porque la sucesión de oportunida­des fue vertiginos­a en las dos áreas, pero la victoria confirmó que no está dispuesto a morir de éxito, no altera sus conviccion­es y tampoco cae en el vicio de la especulaci­ón. Concedió un gol recién comenzado el partido, pero mantuvo la feliz rutina que le permite recuperars­e, atacar, marcar goles y ganar. No de cualquier manera, además. Una vez más, el Girona se desplegó con ambición y clase, no desfalleci­ó hasta lograr el empate, se sostuvo, milagrosam­ente en algunos momentos, en las oleadas del Rayo y recuperó el aire para marcar el gol de la victoria.

En el fútbol es habitual hablar del equipo revelación, el que irrumpe desde las sombras del fútbol y llama la atención por una racha de buenos resultados. No es el caso del Girona. Terminó la temporada anterior a todo gas y se quedó a un palmo de la entrada en las competicio­nes europeas. Se anunció como un equipo atractivo, de vuelo alto, dirigido por un entrenador que se exprime en el deseo de un fútbol brillante.

El Girona transmite una visión colectiva, no sólo de lo que ocurre en el campo, sino de la estructura en la que se asienta. Las conviccion­es del equipo son las del entrenador y las del club, que pretende la clase de identidad que se percibe en otros pequeños clubs rebeldes al discurso oficial

El equipo de Míchel se niega a aceptarse como pequeño y juega como un grande

del fútbol. Junto al Brighton, Sassuolo o Atalanta, por citar ejemplos relevantes, el Girona se niega a aceptarse como pequeño y juega como un grande. Mejor que la mayoría de los grandes. La naturalida­d de los jugadores para seguir las tesis de Míchel es la misma que la de la directiva para confiar en el entrenador, que no siempre ha atravesado por días de vino y rosas. Está en marcha un sueño que distingue el asombro de la sorpresa. Asombran sus resultados, pero su juego no sorprende. Es la derivada última de un proyecto que funciona como la seda.

 ?? Rodrigo Jimenez / EFE ?? Míchel recibió mucho cariño en su regreso a Vallecas, su casa
Rodrigo Jimenez / EFE Míchel recibió mucho cariño en su regreso a Vallecas, su casa
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain