La Vanguardia

Cruyff, Pep y Xavi para cambiar todo

- Xavier Aldekoa

Cuando era pequeño, dormía debajo de los Pirineos. En la pared junto a la litera de arriba, en la habitación que compartía con dos de mis hermanos, habíamos colocado un póster de los Pirineos, desde cabo de Híger al Cap de Creus. Cada noche, observábam­os aquellas montañas con la ilusión de perdernos algún día en sus cimas rocosas. En aquellos días, mi ídolo era el alpinista Reinhold Messner, no tanto por el qué –una bestia capaz de subir ochomiles como un titán– como por el cómo. Messner cambió la historia del alpinismo porque contagió su forma de entender las montañas y lo hizo con un estilo propio. Escalaba sin cuerdas fijas, por las rutas más difíciles, sin apoyos ni oxígeno: era él y la montaña. No fue el hombre que más cimas alcanzó, pero las subió como nadie hasta entonces.

En el Barça tuvimos a nuestro Messner. Cuando Johan Cruyff llegó al club, todo cambió para siempre. En su segundo año como entrenador, ordenó que todos los equipos de la Masia entrenaran como el primer equipo, y aquello moldeó una nueva manera de entender el fútbol en el club catalán. También insufló un carácter ganador al Barça, nos enseñó a creer, pero el neerlandés sobre todo dejó un legado que iba más allá de las victorias: era el Barça y la pelota. Desde Cruyff no importa solo ganar, importa el cómo. Ser recordado.

Ocurre que existe otro Messner que, si el club superara su gen autodestru­ctivo, debería ayudar pronto a construir el Barça del futuro. Y creo

Existe otro Messner que debería ayudar pronto a construir el Barça del futuro. Hablo de Guardiola

que todavía es posible. Hablo, claro, de Pep Guardiola.

El de Santpedor ya creó, con la ayuda de una generación de futbolista­s extraordin­arios, el mejor equipo de la historia del fútbol. Aquel Barça de Pep ganó mucho, pero consiguió algo más valioso: ser recordado. Fue eterno.

Hoy, Guardiola es mejor entrenador incluso que entonces. Su experienci­a en Munich y, sobre todo, su proeza en el Manchester City, con la ayuda de otros culés como Txiki Begiristai­n o Ferran Soriano en los despachos, sería de un valor incalculab­le para el Barça. No es demasiado tarde y no hablo solo del banquillo. Hablo de ser consciente­s de la oportunida­d: en uno de los momentos más delicados del club, azotado por las deudas y la amenaza de los equipos Estado, el Barça debe afrontar un futuro incierto y tiene un as al alcance de la mano: el mejor entrenador del mundo y los responsabl­es a los mandos del mejor club inglés son culés. Y todavía más: algunos jugadores del mejor Barça, como el actual míster Xavi, pero también Piqué, Messi o Puyol, que entienden por qué el Barça es diferente, ya pueden dar un paso adelante. Podrían sumar.

Messner y Cruyff lo cambiaron todo porque creyeron cuando parecía imposible.

Un Barça con Pep, Txiki, Soriano, Xavi o Piqué parece imposible. Pero lo cambiaría todo.

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