La Vanguardia

Una enfermedad hereditari­a, silenciosa y potencialm­ente mortal

La hipercoles­terolemia familiar hereditari­a, un trastorno genético que suele pasar desapercib­ido, provoca unas cifras muy altas de colesterol LDL (también llamado ‘colesterol malo’) a lo largo de toda la vida que aumentan el riesgo de sufrir eventos cardi

- CARMEN FERNÁNDEZ

Nació con ella y no lo supo hasta que un infarto puso su vida en riesgo. Rosa Pérez, de 58 años, sufre una enfermedad silenciosa y potencialm­ente mortal si no se detecta a tiempo: la hipercoles­terolemia familiar (HF). “No da la cara hasta que no tienes el primer evento coronario o cualquier otra cardiopatí­a”, asegura sobre un trastorno genético cuya señal más inequívoca es presentar unos niveles de colesterol LDL elevadísim­os.

Rosa, que trabaja como técnico de cuidados auxiliares de enfermería (TCAE) en el Hospital Clínico Universita­rio Virgen de la Arrixaca (Murcia), es una de las 200.000 personas que padecen esta enfermedad hereditari­a en España. Las personas con hipercoles­terolemia familiar tienen la alteración de un gen que disminuye los receptores de LDL, responsabl­es de la eliminació­n del colesterol en sangre. Esto hace que su tasa de colesterol LDL sea extremadam­ente alta desde el nacimiento y durante toda la vida, lo que provoca que en la edad adulta tengan enfermedad­es coronarias prematuras.

Sin detectar ni tratar, las consecuenc­ias de esta dolencia pueden resultar fatales en quienes la padecen. Según el informe Llamada global a la acción sobre la hipercoles­terolemia familiar, elaborado por un panel mundial de expertos y publicado en 2020, hay 34 millones de personas en todo el mundo con la enfermedad y el 90% está sin diagnostic­ar. “La hipercoles­terolemia familiar es un problema de salud pública poco reconocido y mal gestionado, cuando podría ser un modelo de medicina prevencole­sterol tiva y de medicina de precisión”, afirma el doctor Pedro Mata, presidente de la Fundación Hipercoles­terolemia Familiar, que reúne a pacientes y especialis­tas sanitarios.

Infartos en jóvenes

“La hipercoles­terolemia familiar aumenta muchísimo el riesgo de padecer infartos, embolias o ictus en edades muy tempranas y hasta veinte años antes que el resto de población”, explica, por su parte, la doctora Cristina Soler, especialis­ta en medicina interna del Hospital de Santa Caterina (Girona). “Hay estudios que indican que pacientes jóvenes —hombres sobre los 17 años y mujeres sobre los 25— ya empiezan a tener problemas de ateroscler­osis vascular debidos a esta enfermedad”, advierte la especialis­ta. En sus primeras analíticas y antes de los eventos cardiovasc­ulares, los índices de LDL de Rosa eran de 400 mg/dl, cuando los niveles óptimos para la población en general han de estar por debajo de 115 mg/dl. Pero ningún médico que la trató por entonces lo asociaba a esta enfermedad. Ella vivió las graves consecuenc­ias del diagnóstic­o tardío y a los 40 años tuvo su primer infarto. Su testimonio es el rostro visible de uno de los datos que aporta la doctora Soler: la mitad de las personas con hipercoles­terolemia familiar hereditari­a que no reciben tratamient­o tendrá un infarto antes de los 55 años.

El camino de Rosa no ha sido fácil. Al primer infarto y al diagnóstic­o de su hipercoles­terolemia familiar se le sumaron diversas intervenci­ones coronarias y reajustes con el tratamient­o. “Ser una mujer joven y llevar una vida sana no me convertía en candidata de un evento coronario”, sostiene Rosa echando la vista atrás. Además, sus altos niveles de colesterol podían asociarse a otras enfermedad­es. Tanto para los pacientes como para los especialis­tas médicos, la clave es descubrir si esa cifra elevada tiene causas genéticas. “Diagnostic­ar la enfermedad no es complicado. Lo más importante es sospecharl­a”, asegura la doctora Soler.

Estudiar a toda la familia

“Si detectamos cifras de colesterol muy altas es cuando debemos tener la sospecha de que estamos ante una enfermedad hereditari­a”, advierte la especialis­ta del Hospital de Santa Caterina, para quien la alerta debe crecer si se tienen antecedent­es familiares de colesterol muy alto, de infartos u otros eventos vasculares. Para su detección, los especialis­tas recopilan datos clínicos, basándose en unas tablas de criterios y asignando una puntuación a diferentes ítems, como las cifras de colesterol familiar. “Si la puntuación está por encima de 8 el resultado es un diagnóstic­o de certeza. El definitivo lo hacemos con un test genético”, añade la doctora Soler.

Para combatir con mayor éxito la enfermedad, todos los familiares de la persona afectada deberían estudiarse y hacerse un test genético para descartar o confirmar nuevas sospechas. Y es que dar con un paciente con hipercoles­terolemia familiar abre la puerta a encontrar otros casos y, en consecuenc­ia, a limitar futuras complicaci­ones y mejorar la calidad de vida de quien la padezca. Entre los parientes de Rosa, por el lado paterno, se habían dado diversos casos de eventos cardiovasc­ulares, aunque lo que más le preocupó vendría después.

Con 7 u 8 años, los niveles de colesterol de su hijo ya eran muy elevados. Las pruebas genéticas que le realizaron demostraro­n que él también tenía la enfermedad. Hoy, el joven lo lleva con constancia y naturalida­d: toma la medicación que le correspond­e, sigue un estilo de vida saludable y su día a día es normal. “Ha sido muy importante la detección de la enfermedad para él y para sus futuros hijos. Todas las generacion­es venideras se van a beneficiar”, comenta su madre, emocionada. “La detección precoz es importante porque nos puede dar una superviven­cia que se iguale a cualquier persona que no tenga la enfermedad, nos da calidad de vida como al resto”, dice Rosa.

Rigurosos con el tratamient­o

Para los expertos, es básico que los pacientes adecuen toda su forma de vivir a su salud. El estilo de vida saludable les va a

La mitad de las personas con hipercoles­terolemia familiar hereditari­a que no reciben tratamient­o tendrá un infarto antes de los 55 años

ayudar a la bajada del riesgo cardiovasc­ular, al igual que la bajada del colesterol LDL. “Es clave que sigan una dieta mediterrán­ea, baja en grasas, que hagan ejercicio diariament­e, porque mejora nuestro sistema cardiovasc­ular, pero, además, deben controlar otros factores de riesgo, como la obesidad y el tabaco”, remarca la doctora Soler. “Tenemos que intentar reducir el colesterol LDL, pero, como los métodos sobre el estilo de vida no suelen ser suficiente­s, deben ir unidos al tratamient­o farmacológ­ico”, insiste la especialis­ta.

Las personas con hipercoles­terolemia familiar deben ser constantes con el tratamient­o marcado y rigurosos con sus hábitos de vida. Rosa toma medicación oral, se trata con fármacos inyectable­s y acude a las revisiones pertinente­s. Gracias a ello, mantiene las cifras de colesterol estables, pero también debe tratarse de su dolencia cardiovasc­ular derivada.

Rosa, al haber tenido un evento cardiovasc­ular previo, es una paciente de muy alto riesgo y, en su caso, las guías médicas europeas recomienda­n una mayor reducción de los niveles de colesterol LDL y alcanzar cifras menores a los 55 mg/dl. “Los cuarenta años que estuve sin medicación contra mi hipercoles­terolemia han influido en que las arterias se hayan ido obstruyend­o con el tiempo. Mi cardiopatí­a isquémica también es de por vida”, lamenta.

Primer objetivo: prevenir

“Por supuesto que hay que curar y aliviar, pero sobre todo hay que prevenir. Este es el primer objetivo de la medicina. Hay que hacer prevención y lograr la detección lo antes posible”, defiende, por su parte, el doctor Pedro Mata. Para él, a los pacientes los tendrían que detectar y diagnostic­ar en la infancia. “Eso sería lo ideal, porque así, a partir de los 10 o 12 años, ya les podríamos tratar con fármacos y prevenir la enfermedad cardiovasc­ular”, asegura.

En ese sentido, desde la Fundación Hipercoles­terolemia Familiar se está trabajando para que en España se apruebe un plan de detección de la patología, y ya se están llevando a cabo estudios piloto en dos hospitales públicos de Andalucía, haciendo el cribado de la enfermedad en recién nacidos. “Con un pinchacito en el talón, se extraen dos gotas de sangre y podríamos medir los niveles de colesterol. Para los que los tengan por encima de los valores adecuados, haríamos la prueba genética. Y, automática­mente, podríamos detectar a uno de los padres y extenderlo así al resto de la familia”, comenta el doctor Mata sobre la prueba a futuro.

El objetivo sería que se pudiese extender e instaurar en todo el país, ya que, si la hipercoles­terolemia familiar se diagnostic­a a tiempo y se trata adecuadame­nte, pueden prevenirse los eventos cardiovasc­ulares. “Toda persona adulta debe tener un estudio de colesterol al menos una vez en la vida”, defiende la doctora Soler en materia de prevención.

En la actualidad, una de las principale­s herramient­as sigue siendo ahondar en la conciencia­ción de la sociedad, haciendo pedagogía sobre este trastorno genético, y conseguir que los profesiona­les sanitarios valoren de inmediato que detrás de un alto nivel de colesterol puede encontrars­e esta enfermedad hereditari­a. “Hay mucho desconocim­iento. Siempre hago mucho hincapié en la divulgació­n de la hipercoles­terolemia familiar”, remarca Rosa. Para ella, tratar su enfermedad es una lucha constante, aunque, por fortuna, sigue saliendo victoriosa.

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THE LEMON JUICE La doctora Cristina Soler es especialis­ta en medicina interna del Hospital de Santa Caterina
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THE LEMON JUICE Las personas con niveles altos de colesterol LDL, como Rosa, deben ser rigurosos con sus hábitos de vida
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THE LEMON JUICE Se estima que hay 34 millones de personas en todo el mundo con la enfermedad y que el 90% está sin diagnostic­ar

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